Aún en la etapa primaria para la concreción de candidaturas, ningún partido político o agrupación ha formulado siquiera un esbozo de programa de gobierno. Aunque es un clásico que los políticos incumplan sus promesas electorales, es bueno saber en qué andan los principales aspirantes a ocupar la Presidencia de la República y desde allí, al menos en intención, poner en marcha planes que produzcan los cambios imprescindibles que actualicen al país respecto a los estándares internacionales.
Uno de esos cambios debe darse en el plano tecnológico, en especial, en lo que respecta al factor I+D+I, que significa investigación, desarrollo e innovación. Esta es un área que para los políticos a la antigua –que son la enorme mayoría- permanece en la más absoluta penumbra, porque mientras el siglo XXI truena en toda su potencia transformadora, ellos siguen hablando de repartir tierras, abrir fábricas y regalar planes sociales que les garanticen la permanencia en el poder. Están tan atrasados en su concepción del trabajo que no pueden siquiera imaginar que los niños que en 2018 entren al primer grado de la educación escolar básica y salgan de la enseñanza media en el 2030 convertidos en jóvenes de 18 años, van a ir a buscar trabajo en un mundo laboral radicalmente diferente al actual.
Se calcula que el 80% de los empleos que por entonces se ofrecerán aún no han sido inventados y la totalidad de ellos se moverán en el mundo de las tecnologías de la información y comunicación. Si queremos que esos jóvenes encuentren aquí empleo y no tengan que emigrar a buscarlo en otra parte, tenemos que empezar a trabajar ahora para que el país invierta más en investigación, desarrollo de nuevas tecnologías y su aplicación a la búsqueda de innovación. ¿Es imposible hacerlo?. No, pero sí difícil, siempre que sigamos teniendo la misma clase política limitada y facciosa que no ve los cambios que le pasan ante sus mismas narices.
Aunque luzca políticamente incorrecto, veamos un ejemplo: Israel. Con un territorio apenas 2.000 kilómetros cuadrados más grande que el departamento de San Pedro y una población de algo más de 8 millones, Israel ha debido resolver problemas infinitamente más complejos que los nuestros. Desde un comienzo supieron que el futuro del país estaría en el desarrollo tecnológico y hacia allí apuntaron.
Hoy, Israel, con Tel Aviv como centro neurálgico, concentra la mayor cantidad de “start up” del mundo, con 1.000 nuevas empresas naciendo cada año. Este centro ofrece ingeniería de excelencia, creatividad y rigurosidad en los compromisos y plazos de entrega. Las áreas más concurridas son la ciber seguridad, la gestión del agua y empieza a empujar con fuerza el sector ‘fintech’, es decir, los servicios financieros de alta tecnología. ¿El secreto?. Israel invierte en I+D+I el 4,4% de su producto interno bruto. ¿Nosotros?. El 0,08%. Ningún político paraguayo, esté o no en campaña.