DIEZ FRASES QUE DEJÓ RAY BRADBURY

El escritor Ray Bradbury ha fallecido este miércoles a los 91 años de edad en Los Ángeles. En sus libros, conferencias y entrevistas dejó palabras y mensajes para la historia.

1. «Hay peores cosas que quemar libros, una de ellas es no leerlos».

2. «Hay solo dos cosas con las que uno se puede acostar: una persona y un libro.»

3. «Uno debe inventarse a sí mismo todos los días y no sentarse a ver cómo el mundo pasa allí adelante, sin que uno participe.»

4. «Sin bibliotecas, ¿que nos quedaría?; no tendríamos pasado ni futuro.»

5. «No puedes aprender a escribir en una universidad. Es un lugar muy malo para los escritores porque los profesores siempre piensan que saben más que uno, y no es cierto. Ellos tienen muchos prejuicios. Digamos: a ellos les gusta Henry James, pero ¿qué pasa si no quieres escribir como Henry James? (…) La biblioteca, por otro lado, no tiene límites. La información está ahí para que la interpretes. No hay nadie que te diga que pensar, que te diga si eres bueno o no. Lo descubres por ti mismo.»

6. «Somos una imposibilidad en un universo imposible».

7. «Rodéense de personas que los quieran, y si no los quieren, échenlos».

8. «La televisión, esa bestia insidiosa, esa medusa que convierte en piedra a millones de personas todas las noches mirándola fijamente, esa sirena que llama y canta, que promete mucho y que en realidad da muy poco».

9. «Toca un científico y tocarás un niño».

10. «La vida termina como el resplandor de un film, una chispa en la pantalla».

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  1. REPERCUSIONES POR MUERTE DE ESCRITOR BRADBURY

    La figura de Ray Bradbury, autor de «Crónicas Marcianas» y «Fahrenheit 451» entre otros, que falleció a los 91 años en Los Angeles, fue recordada por distintas personalidades en todo el mundo.
    «Si tuviera que hacer una declaración diría lo mucho que le quiero y lo que le echo de menos», afirmó hoy el nieto del escritor, Danny Karapetian. «Espero escuchar los recuerdos que todos tenían de él. Ha influenciado a tantos artistas, escritores, profesores, científicos, y es reconfortante y conmovedor escuchar sus historias».
    «Su legado vivirá en su monumental corpus de libros, películas y teatro, pero más importante aún: en la mente y en los corazones de quienes le leyeron. Era el niño más grande quehe conocido», agregó Karapetian.
    La hija de Walt Disney, Diane Disney Miller, recordó al autor y envió sus «condolencias a su familia y a todos quienes lo amaron».
    «Ray Bradbury y mi padre, Walt Disney, tenían una amistad especial, una de mutua admiración que comenzó en Bullocks Wilshire», recordó Diane. «Entrevistamos al señor Bradbury para nuestro filme ‘Walt: The Man Behind the Myth’, y su hermoso y elocuente tributo hacia mi padre figura en la última galería del Walt Disney Family Museum (en San Francisco)».
    El poeta Gerald Jonas recordó a Bradbury como «el maestro de la ciencia ficción, cuyas evocaciones imaginativas y líricas del futuro reflejaban el optimismo y la ansiedad de la Estados Unidos de la post-guerra».
    Jonas destacó en el New York Times que Bradbury es «el escritor responsable por llevar la ciencia ficción moderna a lo más alto de la literatura».

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  2. LITERATURA | A los 91 años
    Muere Ray Bradbury, autor de ‘Fahrenheit 451’
    El escritor ha sido uno de los padres de la ciencia ficción contemporánea

    El escritor Ray Bradbury, autor de ‘Fahrenheit 451’ y de ‘Crónicas marcianas’, ha muerto en California a los 91 años. Su nombre es uno de los símbolos de la literatura de ciencia ficción de los últimos 60 años gracias a sus distopías y sus fábulas políticas.

    «Despierto hacia las 7:00 horas, con la cabeza dando vueltas a toda velocidad, con ideas y metáforas rebotando de una pared del cerebro a la otra. Me gusta llamar a ese momento el teatro de la mañana», explicaba Bradbury a EL MUNDO en una entrevista concedida en 2006. «¡Cuando por fin, se engarzan, salto a escribir una historia, un artículo o un poema. A las 9:00 horas me llama mi hija Alexandra para que le dicte mis textos… Ya no soy capaz de escribir a máquina desde que tuve un infarto. El trabajo creativo me lleva toda la mañana. La tarde se me va en atender la correspondencia y en resolver mis cosas».

    En su país, Bradbury ha sido un símbolo de un tipo de literatura política casi libertaria, reivindicado tanto por los conservadores como por los liberales. «No me considero una persona política sino una persona con valores morales fuertes que se dedica a la literatura», explicaba Bradbury en aquella entrevista. «Cuando la cuestión es quemar libros o no quemarlos, el problema no es político sino moral. Tuve una vocación política cuando era joven pero me desentendí pronto. No me gusta la gente que utiliza la política como una herramienta para entender la vida y para hacer juicios a partir de sus ideas preconcebidas. Es una manera de no pensar. Estuve en el Movimiento Tecnócrata pero, después de un año, me empecé a quedar dormido en las reuniones. Aún peor. Me di cuenta de que muchos chicos valiosos que entraban en movimientos de tipo social como el tecnócrata se convertían después en comunistas o fascistas, republicanos intolerantes o demócratas intolerantes. Soy un pensador libre, no pertenezco a nadie, digo lo que quiero y lo que veo».

    A Bradbury, muchos lectores lo asicarán con una imagen que lo relaciona con George Orwell: la de los libros que arden en ‘Fahrenheit 451’: «La imagen más fuerte que me ha acompañado durante toda la vida ha sido la de las quemas de libros. Cuando era joven, leí acerca de los incendios de la Biblioteca de Alejandría. Ardió cinco veces, dos de ellas, en fuegos provocados. Después vi las quemas de libros en Berlín y me sentí impactado. Soy un habitante de bibliotecas desde siempre. Fui un niño pobre, así que todo lo que leí lo leí en las bibliotecas. Si tocas una biblioteca, me tocas el alma».

    Orwell y la literatura política del siglo XX son una de las raíces de la obra de Bradbury. La tradición de la novela épica estadounidense, otra. La ciencia ficción, su tercera pata. Sin embargo, muchas veces quedaba la sensación de que su carácter, bullicioso, desafiante y soñador eran la mayor marca en su carrera. Se ganó el oficio de escritor peleando contra cada línea en las revistas de su juventud, peleando a la contra. Trabajó en el guión del ‘Moby Dick’ que filmó John Huston y no alcanzó el reconocimiento hasta los años 70. Su talento, como dijo Christopher Isherwood, «era extraño».

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  3. Murió el escritor Ray Bradbury, a los 91 años
    Fue uno de los grandes autores de ciencia ficción y un visionario de la exploración espacial; entre sus obras se destacan Crónicas marcianas y Fahrenheit 451

    CALIFORNIA.- El escritor estadounidense Ray Bradbury murió a los 91 años de edad, según confirmó su familia. El autor, uno de los más reconocidos del género de ciencia ficción, se destacó con varias de sus obras, pero principalmente con Crónicas marcianas y Fahrenheit 451. Muchas de sus obras, incluídas las nombradas fueron llevadas al cine .

    Su hija Alexandra Bradbury dijo que el autor falleció anoche en el sur de California, sin proporcionar más detalles sobre el lugar ni las causas que provocaron el deceso.

    «Si tuviera que hacer una declaración, diría lo mucho que le quiero y lo que le echo de menos», afirmó hoy el nieto del escritor, Danny Karapetian. «Espero escuchar los recuerdos que todos tenían de él. Ha influenciado a tantos artistas, escritores, profesores, científicos y es reconfortante y conmovedor escuchar sus historias».

    «Su legado vivirá en su monumental corpus de libros, películas y teatro, pero más importante aún: en la mente y en los corazones de quienes le leyeron. Era el niño más grande que he conocido», agregó Karapetian.

    El fallecido escritor se consideraba a sí mismo como «un narrador de cuentos con propósitos morales». Un clima poético y un cierto romanticismo son rasgos persistentes en la obra de Ray Bradbury, si bien sus temas están inspirados en la vida diaria de las personas.

    En 2001, durante una entrevista concedida a La Nacion en su casa ubicada sobre Cheviot Drive, a unas 10 cuadras de Beverly Hills, en Los Angeles, EE.UU., Bradbury afirmó que «la vida es un don y así debemos disfrutarla. Esta es una oportunidad gloriosa. Sólo estaremos aquí una vez y no volveremos más. Tengo la oportunidad de escribir cada vez que siento que tengo un propósito. ¿Y cuál fue mi objetivo cuando escribí, por ejemplo, tal o cual artículo? Escribir el mejor artículo que se haya escrito hasta ese momento».

    Bradbury no sólo fue novelista, también ha escrito innumerables guiones de televisión, ensayos y poemas. Tampoco puede enmarcarlo únicamente a la literatura de ciencia ficción y ni siquiera al género fantástico, porque ha transitado también por el género policial y el relato costumbrista y realista, sobre todo en los últimos tiempos.

    El escritor trabajaba disciplinadamente todos los días de su vida, aunque sólo por dos horas, de día, de noche o de madrugada. Eran dos horas febriles, a gran velocidad: «Hoy terminé un ensayo. Ayer, otro», relataba en aquella oportunidad. A toda pasión como siempre, como escribió Fahrenheit en apenas nueve días.

    Su preocupación como escritor no sólo se centró en cuestionarse el modo de vida actual, sino que también se adentró en el reino de lo fantástico y maravilloso, con un estilo poético y a veces provocativo. En su niñez, Bradbury fue muy propenso a las pesadillas y horribles fantasías, que acabó por plasmar en sus relatos muchos años después.

    Cuando La Nacion le preguntó cómo imaginaba el futuro, indicó: «Vamos a volver a la Luna, lo que es la mejor noticia, y también vamos a ir a Marte. Ojalá esté yo vivo para verlo, aunque quizá lo esté si esto ocurre rápido. Me gustaría que el gobierno se cuestionara por qué no volvimos a la Luna. No debimos haberla dejado nunca. Fue algo glorioso para nosotros. Aquella noche, cuando el hombre pisó la Luna, toda la gente en este país, en su país, en todo el mundo, levantó los ojos hacia el cielo, miró la Luna y dijo: ¡Oh, Dios, lo logramos! Somos libres de la gravedad, libres de andar por el universo. Nuestro destino no es estar sólo aquí».

    Bradbury era un fanático de los viajes espaciales y calificó como un grave error haber cancelado los viajes a la Luna. «Mi trabajo en los próximos años es hacer que el Congreso de este país nos lleve de nuevo a la Luna. Uno de los peores errores que cometimos fue no haber regresado nunca allí», había dicho en una teleconferencia en 2006. Pocos años después el presidente Bush canceló el programa espacial de la vuelta a la Luna y pósteriormente su sucesor, Obama redujo el presupuesto anual de la NASA.

    El escritor también se esperanzaba con estar vivo para cuando el hombre pisara el suelo del planeta Marte, lugar de una inspiración permanente en su trabajo.

    LA OBRA COMPLETA DE BRADBURY

    Ahora y siempre (2009)
    Green Town (2008)
    El signo del gato (2004)
    Matemos a Constance (2003)
    Algo más en el equipaje (2002)
    De la ceniza volverás (2001)
    Cuentos del futuro (2000)
    Cuentos espaciales (2000)
    Memoria de crímenes (2000)
    Vendrán lluvias suaves (1999)
    Ahmed y las máquinas del olvido (1998)
    Conduciendo a ciegas (1998)
    El convector Toynbee (1998)
    El maravilloso traje de color vainilla (1998)
    Más rápido que el ojo (1996)
    Sombras verdes (1992)
    Cementerio para lunáticos (1990)
    Zen en el arte de escribir (1990)
    La muerte es un asunto solitario (1985)
    Mucho después de medianoche (1976)
    Columna de fuego y otras obras (1975)
    El árbol de las brujas (1972)
    Fantasmas de lo nuevo (1969)
    Las maquinarias de la alegría (1964)
    Remedio para melancólicos (1960)
    El vino del estío (1957)
    El país de octubre (1955)
    Encender la noche (1955)
    Fahrenheit 451 (1953)
    Las doradas manzanas del sol (1953)
    El hombre ilustrado (1951)
    Crónicas marcianas (1950)
    La feria de las tinieblas (1947)

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  4. Ray Bradbury, el último ilustrado

    Muere el escritor estadounidense, autor de clásicos como Farenheit 451 y Crónicas marcianas, tenía 91 años

    Jesús PALACIOS | Publicado el 06/06/2012

    El escritor y crítico Jesús Palacios recuerda y homenajea al hombre que «convirtió la ciencia ficción en una de las claves de la modernidad»

    No hace muchos años, con ocasión de una de sus visitas a España, Ray Harryhausen, el gran mago de la animación y los efectos especiales, me contaba con una sonrisa infantil en su rostro de anciano sin edad, cómo a menudo recordaba sus reuniones con Forrest J. Ackerman y Ray Bradbury, en una cafetería de Los Ángeles, a finales de los años 30 del siglo pasado, cuando los tres discutían entusiasmados acerca de la posibilidad -la seguridad, para ellos- de que el hombre llegara a la Luna, e incluso más allá, ante el asombro y las sonrisas de incredulidad de las mesas vecinas. Esta pequeña, insignificante para algunos, anécdota me ha venido directamente a la mente al conocer el fallecimiento de Ray Bradbury, a los 91 años de edad. Quizá porque con él se ha ido otro pedazo de aquella magnífica ingenuidad, aquella poética fe en el mañana, que vivieron Bradbury y sus amigos de Hollywood y las convenciones de ciencia ficción. Ese Sentido de la Maravilla, que el propio Ray Bradbury supo elevar a una forma de arte narrativo incomparable, plena de sentido, emoción y relevancia.

    Porque Ray Douglas Bradbury, ese «humanista del futuro», como le llamara José Luís Garci en su temprano ensayo biográfico sobre el escritor -eran otros tiempos-, convirtió la ciencia ficción en una de las claves de la modernidad, haciendo de ella la literatura por excelencia del siglo XX: visionaria, comprometida, poética, fantástica y real como la vida misma. Auténtico ejemplar de «animal hollywoodiense» y pulp en estado puro, Bradbury, con libros como Crónicas marcianas (1950), El hombre ilustrado (1951) o Fahrenheit 451 (1953), por citar unos pocos ejemplos de entre una inabarcable obra, hizo penetrar la luz de la ciencia ficción en el universo de la literatura mainstream, como dicen por allá, o literatura general, como decimos por acá. Pese a la existencia de otros muchos grandes autores del género contemporáneos, como Heinlein, Van Vogt o el propio Dick, sólo Bradbury tuvo la presciencia de conectar con las secretas y públicas obsesiones de varias generaciones de lectores e intelectuales -entre ellos, muchos españoles: Garci, Carlos Buiza, Chicho Ibáñez Serrador, J. J. Plans, Juan Tébar…-, que encontraron en la cotidianeidad de sus mundos espaciales, en sus mañanas distópicos y sus astronautas melancólicos una poética existencial no sólo del futuro, sino de la inminencia del futuro en el presente, con todos sus conflictos, dulces como las doradas manzanas del sol y amargos como el vino del estío.

    Nadie como Bradbury podía conjurar a la vez y al mismo tiempo la maravilla del espacio infinito y el pavor absoluto que produce. La necesidad de viajar hacia delante y más allá, a la vez que la infinita melancolía por lo que se queda atrás. Su mundo fantástico no era simple, sino lleno de sombras, de gradaciones y colores, capaz de asombrar, aterrorizar o hacernos llorar lágrimas de melancólico placer. Recuerdo las palabras de Harryhausen porque me hablan de un Bradbury joven, devorador de cómics y pulps, que siempre miró al futuro y al hombre con ilusión, teñida, sin duda, de desconfianza, de sospecha, pero también de amor e ironía. Bradbury era, sin duda, un hombre del siglo XX, con todas sus contradicciones, pero apegado a una visión esencialmente ética, comprensiva y sutilmente sentimental del espíritu humano. Un miembro de esa extraña fauna, satánica y divina, que comprende personajes como John Huston, Charles Addams, Rod Serling, Robert Bloch o el propio Harryhausen, todos ellos amigos y compañeros de viaje, ejemplares de ser humano que quizá no vuelvan a repetirse jamás sobre la Tierra.

    El cine (aunque Truffaut casi lo consigue) nunca hizo justicia a su obra -que fue más y mejor representada en multitud de series míticas de la televisión americana-, quizá por inabarcable: cuentos, novelas, guiones de cómic, cine y televisión… Cultivó no sólo la ciencia ficción, sino también el policíaco, el terror, el suspense, el humor, la poesía y la crónica. Vivió la América Profunda como nadie, con un pie en los carnivals errantes, aquellas ferias de las tinieblas donde encontraría su temprana vocación de mago ilusionista, y otro en el futuro y las más lejanas galaxias del pensamiento. Fue creador de mitos, al tiempo que vivió a través de su piel la mitología pop usamericana, haciéndola propia y personal. Perteneció a un mundo que hoy se desvanece, en el que la literatura de género podía y debía ser importante, sin dáselas de importante ni presumir de importancia. Un mundo de expectativas que sabía discernir, bajo el traje de astronauta, al ser humano, bajo la piel del monstruo de ojos saltones, nuestro propio reflejo escondido.

    Ray Bradbury nos ha dejado. Es difícil saber qué pensaría realmente el profeta de Fahrenheit del mundo del e-book, cómo vería el nuevo milenio alguien que tantas veces lo anticipara en las páginas de sus cuentos y novelas… Pero es fácil saber que nos ha abandonado uno de los últimos hombres realmente ilustrados que quedaban. Uno de los últimos de aquella tribu que creó la literatura del futuro y que, ahora, es ya pasado.

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  5. Ray Bradbury, el prolífico maestro de la ciencia-ficción

    Bradbury publicó más de 500 obras entre las que se cuentan «Fahrenheit 451». Murió a los 91 años.

    Se granjeó la fama gracias a sus fantasías de ciencia ficción como «Fahrenheit 451» y «Crónicas marcianas», con las que influyó a generaciones de lectores, pero el escritor estadounidense Ray Bradbury, que falleció el martes a los 91 años en Los Ángeles, firmó más de 500 títulos en su larga carrera. Relatos, poemas, novelas, piezas de teatro y guiones de cine y televisión. Los críticos hablaban de él como un maestro de la observación detallada y un virtuoso del idioma que siempre creaba nuevas e impensables imágenes. Bradbury publicó su perturbadora novela «Fahrenheit 451» en 1953, que François Truffaut adaptó a la gran pantalla en 1966 con Oskar Werner y Julie Christie como protagonistas. En su obra, el autor dibuja una sociedad represiva donde los libros están prohibidos. La historia no sólo es una fuerte crítica a los regímenes totalitarios, sino que cuestiona la indiferencia y la postura acrítica de la sociedad de consumo que hace posible una situación de ese tipo. Bradbury relató en algún momento que la inspiración para su libro llegó al ver a una pareja paseando: a pesar de que pasaba una hermosa noche junto a su marido y su perro, la mujer seguía con sus auriculares una novela en una pequeña radio. El título hace referencia a la temperatura con la que el papel se inflama y arde por sí mismo. Y muchos vieron en él un ataque a la persecución de comunistas bajo Joseph McCarthy. La novela fue traducida en numerosos idiomas y popularizó el nombre de su autor. Por eso, no le hizo ninguna gracia que Michael Moore utilizara el mismo título para su premiado documental sobre los atentados del 11 de septiembre de 2001 «Fahrenheit 9/11». «Michael Moore es un maldito saco de basura. Eso es lo que pienso de él. Me ha robado el título y ha cambiado las cifras sin haberme pedido permiso jamás», dijo abiertamente. En 1997, en su visita a la Feria del Libro de Buenos Aires, un Bradbury de pelo blanco y anteojos relató cómo fueron sus primeras aproximaciones al género: «Cuando tenía ocho o nueve años comenzaron a aparecer las revistas de ciencia ficción en Estados Unidos. Yo quería vivir en las revistas, en sus edificios, quería ser parte de ese futuro». «En 1929 llegó la Gran Depresión, y comencé a coleccionar las revistas de Buck Rogers… Los chicos se reían de mí, porque yo creía en el futuro», señaló. En ese entonces también se refirió a los inicios de su carrera. Contó que cuando intentó que le publicaran su primer libro, recibió como respuesta: «No queremos historias cortas, porque nadie las lee, queremos una novela». De allí surgió la idea de unir varios de sus relatos en «Crónicas marcianas». Aunque nunca recibió el codiciado premio Pulitzer, en 2007 el jurado le otorgó una mención especial por su «productiva e influyente carrera». Tampoco se llevó un Oscar, pero fue nominado por el guión del clásico de Melville «Moby Dick» de John Huston en 1956. De todas formas recibió varios galardones, entre ellos el Emmy por el guión de «The Halloween Tree», para la cinta animada basada en el libro del mismo nombre. Bradbury solía reunir dinero para las bibliotecas, a las que amaba: «Las bibliotecas me educaron. No creo en las escuelas y universidades». Aún a los 91 años escribía a diario, incluso durante su enfermedad. Su mujer había muerto en 2003 después de 57 años de matrimonio. En su visita por Buenos Aires narró una anécdota: «Hace unos 20 años fui invitado a ver las primeras imágenes televisadas de Marte. Un reportero de la NBC me interrogó: ‘Usted estuvo escribiendo desde siempre sobre la vida en Marte. ¿Cómo se siente ahora que han llegado allí y no hay seres vivientes?’ Yo le dije: ‘Tonto, tonto, hay vida en Marte, nosotros somos los marcianos'». Y siguió: «Si me preguntan cuál es el día más feliz de mi vida, respondo que todos los días, porque estoy haciendo lo que quiero hacer».

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