Ganar la carrera, honrar la vida

Como es costumbre en esta época del año, me gusta dar una mirada atrás y repasar lo que viví, las situaciones y momentos que generaron una gran alegría en mi vida y también esos momentos en donde las cosas se pusieron difíciles, pero igual me dejaron una enseñanza.

Hoy quisiera invitarte a que hagas lo mismo, a que te detengas y analices lo que viviste este año. Que agradezcas por todos los momentos, hayan sido buenos o malos, porque cada día, cada experiencia, fue parte de un proceso de crecimiento personal, espiritual, familiar y profesional.

Pensemos en que estamos finalizando una carrera muy importante, en la cual el tiempo no espera: ha pasado y sigue pasando tan rápidamente que ni siquiera nos damos cuenta. Esta es una carrera que muchos no terminan, que otros no aprovechan, y que para algunos no tiene importancia.

Existen personas que saben disfrutar de la corrida, que se caen y vuelven a levantarse, que luchan sin darse por vencidos, que entienden que cada segundo cuenta para llegar a la meta. Todo, absolutamente todo tiene un propósito, una razón de ser que nos mantiene en un estado de aprendizaje y crecimiento continuo.

Profundicemos un poco más nuestros resultados a través de las siguientes preguntas: ¿Hice lo mejor este año para ser feliz? Ser feliz es una decisión personal, cada uno es ciento por ciento responsable de su vida y de la actitud que asume para enfrentar cada día.

Mi felicidad, tu felicidad no depende de nadie ni de nada, así que tenemos que ser capaces de tener un espíritu alegre, que no se perturbe y que enfrente cualquier situación con confianza, paz y agradecimiento.¿Hice lo mejor para vivir mi propósito? La vida tiene sentido cuando somos capaces de descubrir nuestro propósito, cuando todos los días hacemos algo significativo que agrega valor a la vida de otros.

Hay una frase que dice: hay dos días importantes en la vida de una persona, el día que nace y el día en que descubre por qué.¿Hice lo mejor para fortalecer mi interior? ¿Crecí, me volví más humano, más servicial? Pasamos mucho tiempo enfocándonos en lo exterior, en las apariencias y la verdad es que si nuestro enfoque está ahí estamos malgastando nuestro tiempo.

Todo lo que tienes adentro se refleja afuera, entonces ¿qué reflejaste este año?¿Hice lo mejor para alcanzar mis metas? ¿He sido una persona promedio o una con excelencia? ¿Di todo de mí para lograr mis objetivos personales, con mi familia, en el trabajo y en las diferentes áreas en las que me toca actuar? ¿Cumplí con todo aquello que me propuse este año o me ganaron las excusas?Reflexionar nos ayuda a identificar aquello que tenemos que mejorar, nos ayuda a ser mejores.

Entonces, ¿cómo estamos terminando esta carrera? ¿Valió la pena todo lo vivido?Estamos preparándonos para iniciar una nueva carrera, una totalmente diferente. Con sol, con lluvia, con dificultades, con victorias, sea como sea, tenemos que saber que cada paso que demos valdrá la pena, y que a medida que avancemos iremos dejando huellas que guiarán a otros hacia el amor, la esperanza, la excelencia, la victoria. Ganar la carrera es honrar la vida. Salud!

Por Gabriela Rojas Teasdale

8 comentarios en “Ganar la carrera, honrar la vida”

  1. Enfrente los desafíos del 2017
    06 Ene 2017

    Por Bernt Entschev

    El 2016 no fue fácil. Parece que es un sentido común, usted seguramente ya escuchó esto varias veces. Sobrevivimos y buscamos oportunidades. Algunos encontraron y conquistaron el éxito. Otros, todavía lo están intentando. En esa marcha, debemos prepararnos para los desafíos del 2017. La expectativa es que vengan mejoras en la economía del país, pero la crisis política brasileña no parece estar tan cerca de ser superada. Entonces, prepárese.

    El primer paso es hacer un análisis del presente, la situación actual no solo de modo general y macroeconómico, pero también con relación a usted, su empleo, su carrera y su vida personal. Con estas informaciones, intente hacer una proyección para los próximos 12 meses. Note dónde pueden estar los mayores problemas y comience a pensar en cómo superarlos.

    Un factor muy importante es intentar tener las finanzas personales en orden. Liquidar deudas, evitar hacer nuevas, construir una reserva que pueda ofrecerle tranquilidad.

    Cuando el lado financiero está suplido, es mucho más fácil tomar decisiones frente a momentos difíciles. Es posible actuar fríamente y buscar la mejor solución sabiendo que habrá dinero para pagar las cuentas del mes.

    Otra sugerencia es estar atento a las nuevas tecnologías, que están cambiando el modo de cada uno relacionarse con el mundo. Con base en ello, busque conocimientos que puedan ser útiles en su día a día, buscando conquistar beneficios en su carrera. De ellos puede venir una promoción, una invitación para un nuevo empleo, una oportunidad de emprender.

    Claro que no es posible prever el futuro. Todo cambia, y lo hace muy rápidamente. Entonces, sea flexible y esté preparado para cambiar también. Capacidad de adaptación es una gran virtud y puede hacer la diferencia entre quien sobrevive o no a los momentos más difíciles. ¡Y que venga el 2017!

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  2. Cortando cebollas a fin de año

    Como los últimos esfuerzos de la parturienta antes de dar a luz, el dolor previo al nacimiento del nuevo año se vuelve insoportable con la canción “faltan 5 para las 12” que resuena envuelta con moño de regalo, estruendos de petardos y alegrías ajenas. Ese momento es soledad absoluta, es ausencia, es un recuerdo lejano que se diluye en la noche como el humo de la pólvora, es impotencia de los huérfanos que no pueden ya correr a abrazar a su mamá.

    Son los 5 minutos más largos y tristes del año, cuando se cortan las cebollas y las lágrimas se vuelven en bravío mar, incontrolable, pero silencioso como la inmensidad del alma.

    Y la curiosidad pregunta al vecino sobre la ventura del calendario próximo a estrenar y brotan respuestas gastadas como dinero, éxito, fama. Otros, más sabios y ajetreados por la vida sueñan con la salud resentida o un perdón inmerecido. La algarabía de las fiestas, las risas, los brindis, aturden los sentidos y emborrachan la conciencia por el anhelo de ese único abrazo que resulta imposible de recibir. Ni con todo el dinero, ni con todo el éxito, ni con toda la fama.

    ¿Qué pedirías en este nuevo año? Para muchos, la palabra mágica sería amor, en todas sus acepciones. Es decir, amar y ser amados por una pareja, por la familia, por los amigos. Amor es el mandamiento principal de los cristianos y la llave para alcanzar la felicidad. Pero exige sacrificios, pues implica desprendimiento. En verdad, el amor requiere de mucho trabajo, que es precisamente otro de los principales deseos que expresan las personas. Si tienen empleo, piden que este sea más provechoso durante el año que comienza, y si carecen de él, pues conseguir un puesto que les devuelva la dignidad de producir el sustento.

    El trabajo es tan importante que incluso el Opus Dei pregona la búsqueda de la santidad a través de él, cosa que deberían contarles a aquellos altos funcionarios que durante décadas siguen atornillados a su lugar sin retribuir de manera honesta al Estado.

    Otro de los pedidos más importantes en estas fechas es la Justicia. De hecho, para algunos como los que están presos y cumplen condena no hay nada más preciado, y más aún para los que han perdido la libertad y ni siquiera tienen una condena que justifique su condición. Estos también cortan cebollas de rabia ante la lentitud de los procesos.

    Pero la justicia no se refiere únicamente a estar frente o tras unos barrotes. También la claman los que han sido estafados, engañados, abusados. ¿Qué diferencia hay entre un ladrón que arrebata sus bienes a una persona mediante alguna estafa y un violador que ceba su cobarde lujuria en un semejante indefenso o un político que utiliza sus artes de la mentira para convencer a un auditorio ignorante de su egoísta intención de poder?

    Justicia claman también los abandonados, los enfermos que van a consultar y no reciben el trato que merecen, los ancianos que gastan sus últimos días prisioneros del olvido, el trabajador que es explotado sin poder quejarse, los que pasan hambre.

    Que se acaben las guerras es otro grito que resuena en el colectivo social. Todos quieren paz, sin embargo el mundo es testigo de las más atroces confrontaciones. Vemos civiles muertos, niños rotos en cuerpo y mente, vemos el desgarrador llanto de los sobrevivientes, vemos atónitos y no creemos posible tanto horror.

    Amor es el mandamiento principal de los cristianos y la llave para alcanzar la felicidad. Pero exige sacrificios, pues implica desprendimiento.

    Paz piden, pero los gobiernos prueban como en un laboratorio sus nuevas armas en inocentes, los mercaderes venden a miles de ciudadanos para que se los lleve la muerte y los que huyen prefieren ahogarse en el mar antes que mirar hacia atrás.

    ¿Qué pedirías ahora que se inicia el año? Tantas cosas. ¿Bajar de peso? ¿Cirugía estética? ¿Un auto 0km? ¿Comprensión? ¿Salir campeón? ¿Un clima más benigno? ¿Respeto por la naturaleza?

    Durante 5 minutos podemos cerrar los ojos y sentir ese abrazo ausente, dejar que las cebollas sean las culpables y pensar qué queremos realmente. Tal vez tiempo. Tiempo para uno mismo, para reparar los agujeros del corazón. Tiempo para recordar que uno es importante, si no para los demás, sí para esos brazos invisibles que aprietan más que nada, que transmiten seguridad y valor para enfrentar esos desafiantes 365 días que vienen todos juntos, en tropel, perfectamente formados como ejército para la batalla.

    Y cuando terminen los 5 minutos y el reloj marque las 12, podemos abrir los ojos y sentir orgullo de recordar lo que somos y que tenemos todo un año para cambiar el mundo. Hoy ya no corremos a casa a saludar a nadie. No hace falta.

    Hoy la tibieza del recuerdo nos hace entender que el regalo ya fue dado, que tenemos una sola vida y que es única e irrepetible. Y aunque todos vamos a pasar, como los años que se van, tenemos que honrarla defendiendo lo correcto, por más que las cebollas a veces se empeñen en nublarnos la vista.
    31 Dic 2016

    Por Alex Noguera

    Periodista

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  3. Un tiempo de libertad

    Si en algo estamos cediendo en la era de los medios de comunicación de masas y las redefiniciones de derechos es, justa y paradójicamente, en el uso de nuestra libertad. Solo hablar de ello ya genera inquietud porque se presupone el don más resguardado de la cultura individualista y hedonista que se nos plantea como modelo hoy. “Vive y deja vivir”, cantaba Paul McCartney, pero pronto se puso de moda el “muere y deja morir”, concepción resignada, somnolienta y triste que impone el nihilismo y así pone “viejos los corazones” y quejumbrosos hasta a los niños.Dentro de poco comenzaremos un nuevo año y muchos aprovecharán para tomarse unas vacaciones. ¿Pero qué sentido tiene vacacionar? Para muchos es como un fin de semana prolongado donde desenchufarse de los deberes, de las rutinas y dejarse llevar. Si es posible gastar dinero, dormir, beber y comer más de la cuenta, y viajar.

    Pero, ¿no es acaso también el tiempo del año en que podemos optar por hacer, pensar, leer, relacionarnos de manera más original y libre? Para muchos hoy manifestar nuestro ser, nuestro yo, es simplemente inaceptable.

    Mejor morir masificado y enjaulado en los convencionalismos sociales sobre lo que supuestamente es “disfrutar de las vacaciones” que darse el lujo de experimentar eso que el gran pedagogo y sacerdote milanés, Luigi Giussani, solía calificar como el criterio por el que uno puede ser juzgado: el uso consciente del tiempo libre. Giussani decía que “si un chico o una persona madura desperdicia su tiempo libre, no ama la vida: es un necio”, y agregaba provocativamente: “Y las vacaciones suelen ser el momento en el que casi todos nos volvemos necios”.

    La nobleza de nuestros afectos genuinos y el compromiso con lo que valoramos realmente deberían poder salir a relucir en el uso de nuestro tiempo libre.

    Así no hay tedio, ni kaigue, sino un genuino descanso, gracias a la experiencia de la libertad.

    Cuidado, porque sin esa libertad el ritmo agitado del descanso puede traer consigo más tensión y cansancio que el tiempo laboral.

    ¿De qué se trata entonces vacacionar? Siguiendo de nuevo las pistas de don Giussani: “el valor más grande del hombre, la virtud, el coraje, su energía, aquello por lo que merece la pena vivir, reside en la gratuidad y es precisamente en el tiempo libre donde emerge la gratuidad y se afirma de un modo sorprendente”.

    Ojalá que nuestras opciones de vacaciones tengan que ver con la búsqueda de belleza, la compasión y la alegría que no se encuentran escapando de la vida, sino más bien sondeando con más coraje en su profundidad. Feliz Año Nuevo y felices vacaciones.

    Por Carolina Cuenca

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  4. A pesar de todo lo que pasó en 2016, el mundo está mejor

    ¡Uauu! ¡Qué año tan loco ha sido este! Si un guionista de Hollywood hubiera propuesto a principios de año una película en la que ocurrieran algunas de las cosas que pasaron en 2016, hubieran rechazado su proyecto por considerarlo un disparate total.

    Imagínese si el guionista hubiera propuesto una película en la que un ambicioso presidente de Rusia y el director del FBI tomaban simultáneamente acciones que terminarían destruyendo la candidatura de la principal candidata presidencial de Estados Unidos, mientras la Casa Blanca estaba ocupada redactando normas para relajar las importaciones de ron y cigarros de Cuba. La trama hubiera sido considerada demasiado alocada hasta para Hollywood.

    Y sin embargo, todo eso y mucho más ocurrió en la elección de Donald J. Trump, un magnate autoritario que no ha revelado sus declaraciones de impuestos y que será el primer presidente de su país con cero experiencia en el Gobierno o en las Fuerzas Armadas. Y esa fue solo una de las muchas cosas que desafiaron los pronósticos este año.

    Fue el año en que Gran Bretaña votó para abandonar la Unión Europea, uno de los experimentos de prevención de guerras y progreso económico más exitosos de la historia moderna. Fue el año en que los colombianos votaron en contra de un referéndum de paz, contra los pronósticos de los encuestadores.

    Fue el año en que las Naciones Unidas eligieron a Arabia Saudita –donde a las mujeres ni siquiera se les permite conducir– como miembro de su Consejo de Derechos Humanos, que entre otras cosas tiene la misión de defender los derechos de las mujeres.

    Y, lo que es tanto o más absurdo, la Asamblea General de la ONU rindió un homenaje póstumo al fallecido dictador cubano Fidel Castro, un hombre que además de destruir la economía de su país, suprimió las libertades básicas y ejecutó a miles de personas.

    Fue el año en que las noticias falsas –el fenómeno de la proliferación de noticias inventadas en Facebook, como la historia ficticia de que el Papa había apoyado a Trump–, algo que junto con el hábito de Trump de inventar cosas llevaron a la peligrosa conclusión de que estamos entrando en la era de la “posverdad”, en la que la línea entre la realidad y la ficción es cada vez más borrosa.

    Y fue el año de la tragedia de Alepo en Siria, de los sangrientos ataques de los terroristas fundamentalistas islámicos en Niza y Berlín, y del asesinato del embajador de Rusia en Turquía por el policía que se suponía lo estaba protegiendo.

    Frente a todo esto, muchos dicen que el mundo está yendo de mal en peor. Pero, de hecho, si miramos las cosas con perspectiva histórica, el mundo está cada vez mejor. Fíjense algunos de los datos publicados esta semana por ourworldindata.org:

    – Pobreza: el porcentaje de personas que viven en la pobreza en todo el mundo ha disminuido del 94 por ciento en 1820 al 10 por ciento hoy. Las hambrunas, que eran una ocurrencia común hasta no hace mucho, son cada vez más raras hoy en día.

    – Mortalidad infantil: mientras que el 43 por ciento de los niños morían antes de los cinco años en 1820, el porcentaje ha caído al 4 por ciento hoy.

    – Expectativa de vida: La esperanza de vida se ha más que duplicado desde 1900, y ahora está cerca de 70 años a nivel mundial.

    – Alfabetismo: Mientras que solo el 12 por ciento de la gente podía leer en 1820, hoy el 85 por ciento de la gente está alfabetizada.

    – Libertad: mientras solo el 1 por ciento de la humanidad vivía en democracia en 1820, el porcentaje ha crecido hasta el 56 por ciento hoy.

    Mi opinión: No, el mundo no se está cayendo. Puede que estemos ante un peligroso período de populismo nacionalista en Estados Unidos y Europa, junto con una Rusia cada vez más autoritaria y un aumento del terrorismo fundamentalista islámico.

    Pero la buena noticia es que las democracias occidentales tienen sistemas de pesos y contrapesos, que esperemos podrán controlar a los líderes autoritarios, ayudar a preservar el medio ambiente y hacer que el mundo siga avanzando. ¡Felices fiestas!

    Por Andrés Oppenheimer

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  5. El permanente devenir
    28 Dic 2016

    Por Marcelo A. Pedroza

    Significar la visión es determinante para la cercanía de su apogeo. Es un tiempo especial el que vive quien la hace suya. La firmeza de esa relación visionaria tiene sostenes que se interrelacionan proporcionalmente. Entrever sus lazos agudiza los sentidos destinados a lo visibilizado. A lo que se anhela y por lo que se concreta la existencia.

    Hay razones en cada vida, hay movimientos que valen vivirse. Nacen de la prerrogativa interior que genera la circulación entusiasta del hacer. Y a través de la cual lo potente se configura como factible. Este paso enunciado requiere ejercer la facultad de razonar para poder seleccionar y decidir hacia dónde se debe dirigir la acción que materializará lo pensado para el futuro. Hay que determinar lo que se quiere vivir.

    Contornear la visible necesita un esfuerzo apropiado y fundante desde sus inicios hasta la consecución del siguiente eslabón superador. Las hipótesis se vislumbran y se transforman sin trabas, ahí fluye la libertad esencial del ser. La extraordinaria potencialidad viviente. Su realización inagotable. Su dimensión temporal es suficiente para que sus bríos exploren lo querido. Son vínculos primordiales los que se producen al desarrollar el poderío del albedrío orientado a las causas que habilitan las conductas que se expondrán.

    Entonces acontece un sucesivo aparecer de lo que se presenta como pendiente, aquello que estimula el efecto dominó de impresiones que retroalimentan las variables del devenir, y desde donde se forja un escenario alentador para deslizar las riendas del imaginar; esas que tornan todo posible, que parten de convicciones arraigadas en los principios de los posible, de lo fecundo, de lo abundante. De lo que hace bien a la vida. Con estos criterios se pueden elaborar los mejores planes, los que servirán como base para actuar. Es elemental planificar, lo que permitirá explorar una y otra vez lo propuesto y ayudará a incentivar las modificaciones que surjan en el presente ejecutivo.

    Las medallas están en los cerebros que las identifican. Y eso radica profundamente en la humanidad de todos. Hacia la contundente satisfacción de darles infinitos formatos se dirige atemporalmente la historia de los vivientes. La genérica concepción expresada a través de las palabras que identifican lo colectivo se funda en la grandiosa voluntad individual.

    La metáfora del medallero nos puede ayudar a identificar qué nos inspira a ir hacia adelante. Sus ramificaciones yacen en la inexorable subjetividad que las decide cultivar. Su proceso emotivo se constituye en uno de los pilares de aquello signado como por venir aunque ya elaborado como realidad.

    Es que ésta se encuentra en las propias ideas almacenadas y creídas por la persistente aceptación de lo que pregona en el conservatorio interno que emite una y otra vez aquel que los atrae a su vida. Y que de múltiples maneras repercuten en el contexto social. Es así que una visión puede influir en otra visión y lo que se presenta como futuro para uno está destinado a ser compartido con otros y al hacerlo se materializa el significado existencial que enaltece cada vida.

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  6. Haga ahora sus planes para el 2017
    16 Dic 2016

    Por Bernt Entschev

    Al final de cada año llega el momento de analizar cómo fue el año y lo que hay que cambiar y mejorar. Lo que salió bien. Lo que falló. Usted mismo debe pensar y planificar, entonces no lo deje para después.

    Tras un autoanálisis consciente y verdadero, piense en el futuro. Para obtener resultados realmente compensatorios, esta planificación debe tener tres focos diferentes. En primer lugar está la parte individual. Chequear cómo anda su salud, si se está ejercitando lo suficiente, hacer un check-up físico y mental. ¿Con qué sueña usted? Piense en lo que le gustaría aprender, por puro placer. Y si su hobby sigue siendo interesante o podría ser cambiado. ¿Qué puede mejorar su vida y dejarlo más feliz? No estamos hablando del gordo de la lotería, y sí de situaciones palpables, del cotidiano.

    El segundo foco es el familiar. Piense si está pasando tiempo suficiente con los hijos, cónyuge, padres. Hoy la vida es muy agitada para todos y es fácil perdernos de aquello que es realmente importante. Si tiene hijos, preste atención a su educación, si es adecuada, si les hace falta más apoyo. Recuerde a los amigos, a la convivencia, en el entretenimiento. Planifique los viajes y paseos que le gustaría hacer.

    El tercer foco es el profesional. ¿Usted está satisfecho con su trabajo? ¿Qué puede mejorar el año que viene? Desea crecer en la misma función, para ello debe profundizar en la especialidad. ¿Desea ganar puestos en la gestión? Vea qué conocimientos son necesarios para ello. Usted puede definir cursos que quiere hacer o buscar maneras informales de perfeccionarse. Una sugerencia: visite a Watson, un programa de IBM, con muchas informaciones de mercado. Es inspirador.

    No se olvide de planificar su plan B. Puede ser una nueva carrera, de espíritu empresarial a sustitución o aumento de la renta. Qué hace si el plan A no sale bien.

    Escriba su planificación, colocando plazos mensuales, trimestrales, semestrales. Comparta su plan con alguien. Es la forma de crear un compromiso consigo mismo y con el otro. Coloque este plan en un lugar de fácil acceso. En su mesa de trabajo, en su computadora, incluso en la heladera. O sea, en un lugar donde éste pueda siempre ser visto y revisado. Haga de este “documento” su indicador para el 2017. ¡Y que el nuevo año le traiga mucho éxito!

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  7. Desaprender para instaurar
    07 Dic 2016

    Por Marcelo A. Pedroza

    Es una decisión superlativa. Su alcance tiene una extensión ilimitada, desconocida al momento de aplicar el primer paso aunque en el andar se comience a vislumbrar su inagotable efectividad. La determinación de inculcarse a uno mismo que aquello que aprendió, y realiza de forma práctica y natural hasta el punto de hacerlo de manera mecanizada, necesita de una revisión, de un volver a comenzar, de una forma diferente de hacerlo, es uno de los nobles desafíos de la vida. Animarse a desaprender acerca de lo que uno sabe y hace requiere de una firme voluntad evolutiva.

    ¿Desaprender para qué? El mundo está lleno de razones para responder la pregunta. Si uno puede responder ya incitó el movimiento en su interior. Igual podemos intercambiar algunas posibles contestaciones, por ejemplo: para superar un obstáculo que no permite realizar una meta, para hacer nuevas acciones con otras personas, para vislumbrar diferentes interpretaciones sobre un tema específico, para conocer criterios de otros involucrados en un asunto, para aplicar técnicas sobre una actividad concreta que aún no se están usando, para entender argumentos que antes no eran atendidos, para darse una oportunidad de realizar algo que nunca hizo, para hacer lo que siempre supieron que iban a lograr, y cuantas respuestas cada uno quiera darse a sí mismo.

    Hay algunos riesgos que pueden impedir cualquier intento vinculado con el desaprender. Si se niega lo que sucede, ¿cómo se podrá revertir lo que pasa? Dejar de lado una justificación que ha causado una corriente de acciones no será viable si se impide cualquier tentativa innovadora sobre el conocimiento adquirido. ¿Qué intereses pueden imposibilitar la apertura hacia distintos enfoques tanto conceptuales como procedimentales?, la indagación conduce al descubrimiento. Y para ello hay que concederle un espacio a la duda, que con su esencia nos ayuda a contemplar diferentes escenarios y a generar hipótesis que reclaman la presencia de certezas.

    Hay que comenzar por educar el pensamiento. Su amplitud está ligada a su profundidad. Su bien idear a su vocación constructiva. Su intimidad necesita exteriorizarse y cuando lo hace debe aprender a ser flexible hacia los demás.

    También se desaprenden los pensamientos. Hay que considerarlos dispuestos a reconstruir sueños olvidados, a elaborar planes colectivos, a rehacer encuentros positivos. A respetar las iniciativas creativas, a valorizar los empeños destinados a mejorar.

    El tejido social también puede desaprender. Si los hábitos colectivos no dan frutos hay que desaprenderlos para darle paso a nuevas prácticas que permitan el crecimiento de quienes se comprometen a vivenciarlos. Es un reto comunitario que necesita elaborarse entre todos, por lo tanto hay que pregonar el respeto ante las actitudes que expresan la relevancia de replanteamientos constantes sobre la base del desaprender.

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  8. La ruta hacia la abundancia
    08 Dic 2016

    Por ISMAEL CALA

    Muchas personas relacionan la palabra abundancia con riqueza o acumulación de bienes. El término casi siempre se asocia a lo material, cuando realmente está conectado con nuestra capacidad de atraer lo que queremos y con el servicio a los demás.

    Jeff Booth, cofundador de la empresa tecnológica BuildDirect, plantea cuatro habilidades para alcanzar el éxito: evaluar riesgos, aceptar nuestra responsabilidad, usar la tecnología solo como una herramienta y abrazar una mentalidad de abundancia. Booth explica la importancia de un ambiente colaborativo en el trabajo, una situación que perfectamente se puede extrapolar a la sociedad. Se trata de la capacidad para buscar nuestra abundancia y la de los demás.

    El filósofo chino Lao Tse afirmaba: “Da y tendrás en abundancia”. El concepto de abundancia es una potente herramienta para alcanzar nuestros objetivos. Si construimos un imperio interior, nuestra vida manifestará los resultados.

    Al final de cada año siempre realizamos un examen de conciencia sobre las metas alcanzadas, pero también sobre los nuevos objetivos. Por ello, en el 2017, dedicaré buena parte de mi tiempo a la masterclass “El camino a la abundancia”, con 12 pasos y un plan de acción para alcanzar la prosperidad y el éxito. ¡Tenemos ante nosotros un nuevo año lleno de posibilidades!

    El concepto de abundancia es una potente herramienta para alcanzar nuestros objetivos. Si construimos un imperio interior, nuestra vida manifestará los resultados.

    Para experimentar y repartir abundancia, lo principal es encontrar la identidad, conocer quiénes somos y qué queremos ser. Desde este punto inicial de la conciencia del ser, date una nueva oportunidad para el desarrollo personal, asume valores de vida, entiende la importancia de desaprender, incorpora nuevos hábitos y rutinas y construye un plan de futuro para la prosperidad.

    Mi mentor Deepak Chopra considera que, gracias a la abundancia, “sentimos alegría, salud, felicidad y vitalidad en cada momento de nuestra existencia”. La abundancia es una forma de vida que adaptamos en nuestro día a día, para ser capaces de crear cualquier cosa y llegar a nuestros destinos.

    Precisamente, el psicólogo estadounidense Ben Sweetland asegura que “el mundo está lleno de abundancia y oportunidades, pero muchas personas llegan a la fuente de la vida con una cuchara, en vez de una pala. Esperan poco y, como resultado, reciben poco”.

    Debemos dejar de vivir en piloto automático. En nuestras manos está la posibilidad de escribir un destino lleno de prosperidad, abundancia y éxito. ¡Hagamos del 2017 el mejor año de nuestra vida!

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