¿Por qué celebramos Navidad?

El recuerdo del Nacimiento de Jesús se ha convertido familiar, social, cultural, económica y hasta políticamente en la fiesta religiosa cristiana más importante del año. Ninguna otra fecha recordatoria, ni siquiera Semana Santa y Resurrección de Jesús, alcanza los niveles de popularidad y derroche que la celebración del Nacimiento de Jesús en Belén. 

Desde el punto de vista de la fe, la Resurrección de Jesús tiene una trascendencia definitiva e incomparable. Ya lo reconoció San Pablo escribiéndoles a sus amigos de Corinto: Si Cristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra fe (1Cor 15,17). Sin embargo ni en los hogares, ni en las calles, ni en las parroquias, ni en el contexto, la celebración del domingo de Resurrección se puede comparar con la exuberancia simbólica y folclórica con que los cristianos de todo el mundo celebramos el Nacimiento.

¿Por qué?

Solamente por la fe, creyendo que con Jesús nos llega el enviado de Dios para enseñarnos el camino para la salvación, no se puede explicar lo que está sucediendo. Muchos de los que celebran generosa y dinámicamente la Navidad no relacionan las fiestas con tan alta trascendencia. Su sociabilidad, sus familiares y amigables encuentros gastronómicos, sus generosos regalos, deseos transferidos de felicidad, sus bailes y trasnochadas tienen muchos motivos, algunos evocados en el silencioso pesebre, que preside en lugar de honor de la casa, otros en las anheladas esperanzas de valores escondidos en nuestras conciencias, que brotan al unísono en este concierto social espontáneo, que interpretamos todos románticamente al cierre del año. Algo así como si todos quisiéramos vivir condensadamente en  unos días lo que no logramos en el resto del año.

¿Qué valores hay en el pesebre que nos atraen consciente o inconscientemente ?

Todo niño al nacer nos enfrenta con el misterio de la vida en sí, de la vida en la criatura recién nacida y el futuro que alcanzará. Nos aboca al misterio del amor y la belleza de la maternidad. Y todo esto nos ablanda, invadidos por la ternura, ese noble y emocionante sentimiento que nos hace cálidamente humanos.

En el escenario del pesebre la imaginación popular ha puesto a Jesús en el centro del cosmos con el sol, la luna y las estrellas, de la naturaleza vegetal y animal representada por ovejas y toda clase de animales.

Ese niño que es el rey del universo desde su total fragilidad, nos nace identificado con el misterio de Dios y anunciando la paz. Nos lo entrega María, arropado por su grandeza de mujer tocada por lo divino en su intimidad, que encarna valores excepcionales de mujer fuerte y sencilla, que ama sin límites y acoge lo mismo a pastores marginados que a reyes de Oriente, y que es fiel a todos sus altísimos compromisos, la responsabilidad ciudadana de cumplir la ley, aunque sea para un empadronamiento abusivo y desde luego la de salvar a Jesús huyendo a Egipto.

Dios que se nos hace humano, vida como don de Dios, paz, para todos sean marginados o reyes, amor que se encarna y se puede abrazar, alegría y dicha aun en situaciones críticas de soledad y pobreza, esperanza porque ya tenemos con nosotros quien nos abre el camino y la garantía de la mediación de la mujer más maravillosa, “bendita entre las mujeres” y un hombre, José, que nos enseña desde su silencio prudente a ser fieles a lo que Dios espera de cada uno.

Consciente o inconscientemente celebramos estos valores, los leemos explícita o implícitamente en el pesebre, los cantamos en los villancicos, los contemplamos cuando dedicamos tiempo a dialogar con Jesús de Nazaret sobre las lecciones alentadoras y deslumbrantes de su propio Nacimiento.

Pero además parece que toda la sociedad cristiana ha hecho un pacto sociomoral, ha decidido dedicar unos días al año a la generosidad, a la solidaridad, a la convivencia en armonía, a la familia y desde ahí a proyectarnos y desbordarnos al resto de la sociedad, todo con alegría, con deseo de felicidad para todos y con paz.

Hermoso programa social de valores que surge a la sombra del Nacimiento de Jesús y que demuestra la cantidad de bondades que navegan en lo más hondo de nuestras conciencias.

Por J. Montero Tirado, ABC Color.

16 comentarios en “¿Por qué celebramos Navidad?”

  1. Cómo vivir la Navidad en el 2012

    Es muy curiosa la historia de la Navidad cristiana. En el siglo III los cristianos de Roma quisieron celebrar el cumpleaños de Jesús. Y la fecha con el paso del tiempo se había perdido.
    En aquel tiempo se tenía en Roma la Fiesta del Sol Naciente, fiesta muy popular , celebrada en familia con comidas y regalos. Y a los cristianos se les ocurrió nada menos que celebrar el Nacimiento de Jesús en ese tiempo.

    Pasaron los años y al crecer el número de los creyentes en Jesús, el Sol naciente pasó al olvido y fue sustituido por el niño Jesús nacido en Belén.

    Siglos más tarde Francisco de Asís con sus pesebres vivientes entre los campesinos le dio un definitivo impulso a la Navidad. Desde entonces creció el número de villancicos que adquirieron una gran popularidad en todos los países.

    Pero, ahora se está revirtiendo universalmente el sentido de la Navidad. No es que haya vuelto el romano Sol naciente, sino algo más material: el dios plata apoyado en el sistema de Mercado.

    La Navidad se ha convertido en la época punta del consumismo, con ese personaje grotesco del papa Noel, desgraciada traducción yanqui de San Nicolás, aquel obispo bueno que traía en la edad media los regalos del Niño Jesús para los niños.

    Los cristianos queremos celebrar la Navidad de una manera diferente, y en esto pensamos lo mismo que miles de ciudadanos no creyentes. Queremos librarnos de la opresión manipuladora del Mercado, hacer desaparecer la mala distribución de la riqueza, disminuir radicalmente el número de pobres del país.

    Por supuesto, sin dejar la alegría y la comida familiar que muestran nuestro mutuo cariño, pero sabiéndolos compartir.

    Y los creyentes en Jesús sin olvidar el hecho que celebramos: que Dios se vino a vivir en medio de nosotros encarnado en un pobre, Jesús de Nazaret.

    FRANCISCO DE PAULA OLIVA SJ

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  2. Los 10 mandamientos de las fiestas de fin de año

    La Navidad es una gran fiesta. Para los cristianos es nada menos que la evocación de la esencia misma de la fe. Y para los que no lo son es igualmente un tiempo de celebración. Para todos es una oportunidad de compartir con la familia, expresar solidaridad y celebrar la vida. La fiesta de Año Nuevo es menos familiera, pero no por eso menos festiva, en muchos casos es demasiado festiva.

    Lamentablemente, lo que tiene que ser una fiesta en muchos hogares se vive como un velorio, un ring o un paraíso de la indiferencia.

    “En lo de mi suegra, ¡no! En lo de mamá”. Cuántos están hoy con esta disputa, en un estresante tira y afloja que en cualquier momento puede detonar los nervios. Súmele a esto la tensión por los regalos y por la cena y por la ropa y por los zapatos… Cuestiones insignificantes que terminan dándoles un sabor amargo a las fiestas. Para evitarlo, me permito compartir estas sugerencias, que invitan a dejar de lado las nimiedades y poner foco en lo importante.

    1-No caiga presa de la vorágine comercial. Si no tiene dinero para comprar regalos, no se haga mala sangre. Si puede, prepare algunos regalitos que no requieran mucha inversión y, si no, haga a un lado esta tradición. Lo importante no son los obsequios, sino usted, su familia, sus amigos, sus vecinos.

    2-No gaste lo que no tiene. No se endeude por una cena, como si fuera la última, recuerde que se conmemora Navidad, no Semana Santa.

    3-Ponga en práctica la sabiduría y no pelee con su pareja por el lugar donde pasará la Nochebuena o el fin de año. Lo importante no es dónde ni cómo la pasen, sino que la pasen juntos y en armonía. Alguien tiene que ceder, no sea terco/a, negocie, seduzca, no se pelee. Además, tiene 363 días para estar con su mamá, sus hermanos o sus amigos.

    4-No intente convencer a los otros de que festejen estas fechas como usted lo haría. Hágalo a su modo, y deje que los demás disfruten también de su libertad de hacerlo como quieran.

    5-Recuerde, no es la comida ni el lugar lo fundamental de estas celebraciones, es la gente amada o no tan amada, pero familia o amiga al fin.

    6-No olvide que vivimos en un país muy desigual, hay muchas personas que sufren, trate de compartir su alegría con ellas. Muchas son enfermas físicas, emocionales, sin recursos económicos o sin esperanza. Nadie da lo que no tiene, así que si usted tiene esperanza, alegría, alimentos, o un remedio para el alma, compártalo.

    7-No se reviente preparando la cena o la deco, solo logrará ponerse nervioso/a y terminar el día de muy mala onda. Hágalo todo comedidamente y disfrute del encuentro con los suyos.

    8-No abuse de los alimentos, y menos de las bebidas. Quien necesita estar borracho para sentirse feliz es porque no es feliz.

    9-Es bueno pensar que la felicidad consiste en apreciar lo que se tiene y no precisamente en alcanzar lo que se quiere. Y no hay mayor tesoro que una familia unida, amigos, vecinos, compañeros que están siempre con nosotros. Sea agradecido/a.

    10-Si es cristiano, no pierda de vista la esencia de la Navidad. Ahí está la verdadera fiesta.

    Por Miriam Morán –

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  3. Papá Noel, el profano “donante” de juguetes

    Papá Noel no siempre fue un hombre mayor con barriga y barba al servicio de los juguetes y los niños. Descendiente de San Nicolás, de Odín y del Coco, Papá Noel fue también un profano vendedor de soda y jabones, libertino y bebedor.

    “Papá Noel fue profano antes de ser religioso y ha vuelto a ser profano”, resume Jean-Pierre Guéno, autor del libro recién publicado en Francia “Cher Père Noël” (“Querido Papá Noel”).

    Es conocido San Nicolás, patrón de los niños, aparecido en el año 343 con su mitra y su báculo. Pero los nórdicos veneraban también a Odín y a Papá Noel, subraya Nadine Cretin, historiadora y especialista en la figura de este último. Odín viajaba a caballo y tenía una larga barba blanca.

    Los Celtas celebraban la llegada de la estación “oscura” con la fiesta de Samhain, durante la cual ya había que “hacer regalos a los niños, depositarios del futuro”, explica Cretin. Una tradición parecida a la de Halloween y Navidad.

    Con los regalos llegaron los “donantes” y, en la genealogía de Papá Noel, en ese rol aparecen las figuras de San Nicolás, Santa Claus o el niño Jesús, según las distintas religiones.

    Algunos personajes tienen una imagen ambigua, amable e inquietante. Así, no lejos de San Nicolás se encontraba el Coco o, en Italia, la bruja Befana que deja carbón a los niños que se portan mal, como los Reyes Magos en España.

    Con el siglo XIX se multiplicaron las representaciones de Papá Noel. Su imagen actual se concretó en Estados Unidos gracias al ilustrador Thomas Nast, de la revista Harper’s Illustrated Weekly, quien “lo humanizó”, explica Guéno. Fue Nast quien “lo vistió con un traje rojo, con adornos de piel blanca y realzado con un gran cinturón de cuero”.

    En 1856, la escritora George Sand escribió su pasión por “el bonachón hombre mayor de barba blanca que a medianoche debía dejar un regalo en su pequeño zapato”.

    Reservado para los adultos

    Los años siguientes fueron todavía complicados para Papá Noel. En Francia, varias revistas se burlaron de él hasta el punto de presentarlo junto a mujeres desnudas en 1905 y también durante los años 1920 y 1930. En Estados Unidos se convirtió en representante comercial: la bebida Canada Dry explotó su imagen, cuando no estaba ocupado vendiendo jabones o bolígrafos, cigarros y alcohol.

    A partir de 1931, Coca Cola contribuyó “a su mundialización”, especialmente a su llegada al hemisferio sur, explica Nadine Cretin.

    Según Guéno, el colmo de la instrumentalización “innoble” se alcanzó durante la Segunda Guerra Mundial con el mariscal Philippe Pétain, quien propuso a los niños de los prisioneros franceses en Alemania escribir la carta más bonita de Navidad a su padre detenido. Los ganadores tenían derecho a la visita del prisionero en Navidad, antes de ser enviado de nuevo a su lugar de detención.

    En 1951 se produjo una nueva controversia. En Dijon, en el este de Francia, el 24 de diciembre una efigie en papel de 2,50 metros de Papá Noel fue quemada delante de la catedral y ante varios cientos de niños por una decisión del clero que quería condenar a este “herético” difusor de mentiras.

    Sesenta y un años después, a principios de diciembre de 2012, en una guardería de Montargis, en el centro de Francia, Papá Noel se encontró con la puerta cerrada. Según la directora del centro, se trataba de respetar los valores “laicos”. Algunos padres hablaron de “presiones de familias musulmanas”. Papá Noel finalmente pudo pasar.

    Este incidente es “desolador”, ya que “ignora que Papá Noel tiene un origen completamente pagano y no religioso”, explica Martyne Perrot, socióloga en la Ecole des hautes études en Sciences sociales (Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales). “Navidad se ha convertido en una fiesta comercial y los niños la celebran en todos los sitios. Incluso en China y en Japón está empezando”.

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  4. La Navidad de los cristianos palestinos en Israel
    Maghar celebra la Navidad. A diferencia de la mayoría de las ciudades árabes de Israel, pobladas por fieles de una sola confesión, aquí conviven cristianos, musulmanes y drusos. El día a día no está exento de tensiones.
    A pocos kilómetros del Mar de Galilea y de sus ciudades de Tiberíades y Capernaúm, en el barrio cristiano de Maghar, se respiran aires de Navidad: guirnaldas de luces decoran las calles, los escaparates de los negocios rebosan de adornos navideños, jóvenes muchachas vuelven de la escuela luciendo disfraces rojiblancos de Santa Claus. La comunidad se esmeró embelleciendo la única iglesia de la localidad.
    “Cuando observo la iglesia iluminada, siento que estoy de fiesta”, suspira Naim Artoul. El joven, de 24 años, ha vuelto a casa especialmente por Navidad. Habla alemán fluido, pues estudia medicina en Alemania.
    «Somos unos 5.000 cristianos, por eso todo es más mucho más tranquilo aquí que, por ejemplo, en Nazaret», explica Christian Tannous, que cuenta también 24 años y estudia igualmente medicina en Alemania. Belén y Nazaret, por el contrario, son los centros de atracción fundamental de los peregrinos de Navidad; sus calles se llenan de turistas. Entre los cristianos de Maghar, sin embargo, todo queda en familia.

    De la misa a casa
    La fiesta navideña árabe transcurre de forma algo diferente a la europea. Durante la Santa Misa del 25 de diciembre, la iglesia se repleta de fieles. Ante sus puertas reina cierto caos festivo. Al final, la gente se reúne a conversar. Los niños juegan y corretean entre los grupos de adultos. Luego, todos se marchan juntos a la casa familiar.
    «Nosotros celebramos Navidad como en Europa. Solo que, en vez de la raclette suiza, cenamos nuestro ‘Mangal’ (carne asada)», relata Atoul, y los ojos le brillan de solo mencionar el plato tradicional. Luego que cada familia cristiana ha instalado su parrilla de carbón de leña frente a la casa, por entre el humo, no hay quien pueda distinguir una nube en el cielo. Cuando se ha comido y bebido abundantemente, llega «Baba Noel», como nombran aquí, en árabe, a ese señor que trae los regalos y reparte golosinas a los niños.
    Maghar está enclavada en el fértil norte de Israel, en la histórica región de Galilea, que se extiende desde el Mediterráneo, al oeste, hasta el Valle del Jordán, por el este, y hasta el monte Hermón, en el norte. En esta ciudad puramente árabe conviven alrededor de 20.000 habitantes de tres confesiones: en las zonas altas viven drusos (57 por ciento), en el valle, musulmanes (20 por ciento) y cristianos católicos (23 por ciento).
    Las religiones trazan fronteras invisibles entre los barrios. Puede que el visitante no las distinga, pero los pobladores de Maghar saben exactamente quién pertenece a qué barrio y a qué horas uno puede moverse sin problemas en el barrio ajeno.

    Minoría dentro de la minoría
    Los palestinos residentes en Israel son una minoría, cerca de un 20 por ciento de la población. Entre ellos, los cristianos representan otra minoría dentro de la minoría: solo un ocho por ciento, pues el resto son musulmanes o drusos. El ejemplo de Maghar ilustra cómo las diversas creencias religiosas dividen a la minoría árabe en Israel.
    «Generalmente permanezco en mi barrio, aquí hay bastante tranquilidad», dice Tannous. Pero esa paz es frágil. En febrero de 2005, por ejemplo, corrió el rumor de que un joven cristiano habría publicado fotos de jóvenes drusas desnudas en Internet. Miles de drusos irrumpieron en el barrio cristiano, saquearon negocios e incendiaron autos y casas.
    El incidente está latente hasta hoy en la vida cotidiana de la localidad. No ha habido diálogo alguno para superar lo ocurrido. «Entre los jóvenes se agudiza la separación», opina Tannous. Y Artoul agrega: «Mi barbero es druso y no me importa comprar en un supermercado druso. Pero, en el fondo, queda siempre un sentimiento de incomodidad». Es la clara descripción de un estado de ánimo ominipresente, en un país marcado por profundos conflictos.
    Autor: Florian Mebes / RML
    Editor: Diego Zúñiga

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  5. Miles de personas celebran la Navidad en el lugar donde nació Jesús

    Peregrinos de todo el mundo y católicos palestinos celebran la Navidad en Belén, que desde las primeras horas del día es un ir y venir de gente, que se acerca a rezar, tocar los santuarios y tener una vivencia única en el lugar donde nació el cristianismo.

    Muchos de los visitantes asistieron anoche a la Misa del Gallo oficiada por el patriarca latino de Jerusalén, Fuad Twal, en la Iglesia de Santa Catalina, contigua a la Basílica de la Natividad, que como en años anteriores estuvo atestada de feligreses.

    Belén ha sido el punto de peregrinación de miles de grupos locales y foráneos que acuden a la gruta donde una estrella de catorce puntas en plata y cavada sobre un mármol señala el lugar donde la tradición sitúa el nacimiento de Jesús.

    Las celebraciones de este año tienen un sabor especial para muchos palestinos, pues son las primeras que se producen poco después de que su estatus en la comunidad de naciones se haya visto mejorado significativamente.

    El mes pasado la Asamblea General de la ONU elevó en una votación el nivel de la representación palestina al de Estado observador no miembro de la organización, todo un logro diplomático en medio del estancamiento en el proceso de paz entre israelíes y palestinos.

    En su homilía, Twual confió en que esa decisión sea un «paso hacia la paz y la seguridad de todos», porque «sólo la justicia y la paz en Tierra Santa podrán llevar a restablecer un equilibrio regional y mundial».

    Ese reconocimiento siguió a la inclusión en verano de la Basílica de la Natividad de Belén y la Ruta del Peregrinaje en la misma ciudad en la Lista del Patrimonio Mundial en Peligro de la UNESCO.

    Precisamente el patriarca latino de Jerusalén recorrió ayer esa ruta para entrar en la ciudad de Belén en su tradicional peregrinación navideña.

    La ceremonia como suele ser costumbre, fue transmitida al mundo por la televisión palestina, y contó con el presidente palestino, Mahmud Abás, como asistente de honor junto a otros dignatarios entre los que figuraron los representantes de los países europeos custodios de Tierra Santa: España, Italia, Bélgica y Francia.

    Durante la jornada la tónica la marcan las plegarias, misas y visitas a altares como el que recuerda el pesebre, la matanza de los inocentes o el que se levantó en conmemoración de San Jerónimo, traductor de la Vulgata, todos ellos en pasadizos subterráneos bajo la Basílica de la Natividad.

    Los festejos también se desarrollan durante la jornada en Nazaret, en el norte de Israel, y en Jerusalén, donde la Navidad supone el momento cumbre de la peregrinación a Tierra Santa.

    «Gaza y el sur de Israel han salido de una guerra, cuyas consecuencias aún son visibles sobre el terreno y en los ánimos», manifestó el patriarca en una misa en la que afirmó que «nuestra oración abraza a todas las familias, árabes y judías, golpeadas por el conflicto. Que el Señor les dé paciencia, comodidad y consuelo, y que la sociedad les dé asistencia y apoyo».

    Pese a que se temía que la última ofensiva israelí en la franja de Gaza en noviembre echaría atrás a los turistas, éstos han acudido a Belén que registrará pleno hotelero y 15.000 visitantes durante la Navidad, según reveló la ministra palestina de Turismo, Rula Maayah.

    Entre ellos se cuentan algunos del medio millar de cristianos de Gaza que recibieron un permiso especial expedido por las autoridades militares israelíes para poder salir de la franja.

    La temporada se prolongará hasta el próximo mes, pues los cristianos ortodoxos celebran la Navidad en Epifanía, el 7 de enero, y el 18 lo harán los armenios.

    Con ocasión de las festividades navideñas, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) ha difundido un vídeo titulado «La justicia es posible y la esperanza está justificada», con el que trata de expresar que pese a las dificultades que sufren los palestinos por la ocupación israelí hay un margen para el ánimo.

    Al igual que en años anteriores, la cinta muestra el paisaje característico de Belén en la actualidad, circundada por los bloques de hormigón del muro de separación israelí, alambrada de espinos y torretas militares, que contrastan con las luces y motivos característicos de estas fechas.

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  6. Belén: Miles de personas celebran la Navidad en el lugar donde nació Jesús

    Peregrinos de todo el mundo y católicos palestinos celebran la Navidad en Belén, que desde primera hora del día es un ir y venir de gentes que quieren rezar, tocar los santuarios y tener una vivencia única donde nació el cristianismo.

    Muchos de los visitantes asistieron anoche a la Misa del Gallo oficiada por el patriarca latino de Jerusalén, Fuad Twal, en la Iglesia de Santa Catalina, contigua a la Basílica de la Natividad, que como en años anteriores estuvo atestada de feligreses.

    Belén ha sido el punto de peregrinación de miles de grupos locales y foráneos que acuden a la gruta donde una estrella de catorce puntas en plata y cavada sobre un mármol señala el lugar donde la tradición sitúa el nacimiento de Jesús.

    Las celebraciones de este año tienen un sabor especial para muchos palestinos, pues son las primeras que se producen poco después de que su estatus en la comunidad de naciones se haya visto mejorado significativamente.

    El mes pasado la Asamblea General de la ONU elevó en una votación el nivel de la representación palestina al de Estado observador no miembro de la organización, todo un logro diplomático en medio del estancamiento en el proceso de paz entre israelíes y palestinos.

    En su homilía, Twual confió en que esa decisión sea un «paso hacia la paz y la seguridad de todos», porque «sólo la justicia y la paz en Tierra Santa podrán llevar a restablecer un equilibrio regional y mundial».

    Ese reconocimiento siguió a la inclusión en verano de la Basílica de la Natividad de Belén y la Ruta del Peregrinaje en la misma ciudad en la Lista del Patrimonio Mundial en Peligro de la UNESCO.

    Precisamente el patriarca latino de Jerusalén recorrió ayer esa ruta para entrar en la ciudad de Belén en su tradicional peregrinación navideña.

    La ceremonia como suele ser costumbre, fue transmitida al mundo por la televisión palestina, y contó con el presidente palestino, Mahmud Abás, como asistente de honor junto a otros dignatarios entre los que figuraron los representantes de los países europeos custodios de Tierra Santa: España, Italia, Bélgica y Francia.

    Durante la jornada la tónica la marcan las plegarias, misas y visitas a altares como el que recuerda el pesebre, la matanza de los inocentes o el que se levantó en conmemoración de San Jerónimo, traductor de la Vulgata, todos ellos en pasadizos subterráneos bajo la Basílica de la Natividad.

    Los festejos también se desarrollan durante la jornada en Nazaret, en el norte de Israel, y en Jerusalén, donde la Navidad supone el momento cumbre de la peregrinación a Tierra Santa.

    «Gaza y el sur de Israel han salido de una guerra, cuyas consecuencias aún son visibles sobre el terreno y en los ánimos», manifestó el patriarca en una misa en la que afirmó que «nuestra oración abraza a todas las familias, árabes y judías, golpeadas por el conflicto. Que el Señor les dé paciencia, comodidad y consuelo, y que la sociedad les dé asistencia y apoyo».

    Pese a que se temía que la última ofensiva israelí en la franja de Gaza en noviembre echaría atrás a los turistas, éstos han acudido a Belén que registrará pleno hotelero y 15.000 visitantes durante la Navidad, según reveló la ministra palestina de Turismo, Rula Maayah.

    Entre ellos se cuentan algunos del medio millar de cristianos de Gaza que recibieron un permiso especial expedido por las autoridades militares israelíes para poder salir de la franja.

    La temporada se prolongará hasta el próximo mes, pues los cristianos ortodoxos celebran la Navidad en Epifanía, el 7 de enero, y el 18 lo harán los armenios.

    Con ocasión de las festividades navideñas, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) ha difundido un vídeo titulado «La justicia es posible y la esperanza está justificada», con el que trata de expresar que pese a las dificultades que sufren los palestinos por la ocupación israelí hay un margen para el ánimo.

    Al igual que en años anteriores, la cinta muestra el paisaje característico de Belén en la actualidad, circundada por los bloques de hormigón del muro de separación israelí, alambrada de espinos y torretas militares, que contrastan con las luces y motivos característicos de estas fechas.

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  7. Andres Colman Gutierrez
    SI NO FUERA NAVIDAD.
    Si no fuera Navidad… no tendríamos muchas razones para celebrar. En medio del lamentable carnaval político, el calor insoportable, la corrupción asfixiante, la inseguridad creciente, la pobreza lacerante, el futuro como una incógnita sombría… cuesta encontrar motivos para la fiesta.
    Pero allí están el arbolito o el pesebre adornados de luces. Allí están los hogares -aún los más humildes- inundados de colores. Allí está la calle cubierta de guirnaldas. Hay sonrisas en los rostros de la gente. Hay destellos en las miradas de los niños que esperan a Papá Noel. Hay música en el aire. ¿Cómo explicarlo…?
    Si no fuera Navidad… sería verdaderamente difícil creer en la esperanza. Tanta lluvia sobre la tierra herida. Tantos sueños rotos. Tanta muerte inútil. Tanta energía cívica desperdiciada. Tantas oportunidades históricas de hacer un país nuevo, tirados al basurero.
    Pero allí está el sonoro canto de la cigarra. Allí está el embriagante aroma de los melones maduros y de la flor de coco. Allí está el trozo de pan dulce y la copa de sidra bubujeante, esperándonos sobre la mesa familiar. Allí está la risa de los niños que corretean con estrellitas encendidas en las manos. Y allí están esas mismas tercas ganas de creer en cada brindis que mañana puede ser mejor. ¿Cómo explicarlo…?
    Es el secreto que encierra la Navidad, desde hace más de dos mil años. A pesar del consumismo y del frenesí comercial que la envuelve, es la conmemoración del nacimiento de un niño-dios en un humilde pesebre de animales, entre barro y estiércol, entre opresión e injusticia, entre dolor y miseria. Es la luz de la vida y la esperanza que no se apagan, por más fuerte que soplen los vientos de las desgracias.
    Así es. Si no fuera Navidad… no tendríamos muchas razones para celebrar.
    Pero es Navidad… La música está en el aire. Está viva la esperanza y la certeza de que vamos a seguir luchando para que nuestro Paraguay supere la crisis en que se encuentra, y se convierta alguna vez en el país que todos soñamos.
    La sidra está fresquita y bubujeante.
    Así que… ¡arriba esas copas…! ¡Salud y felicidades…!

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  8. Navidad sostenible, Navidad para todos

    España está viviendo una grave crisis, como otros países europeos, y más de cinco millones de personas se encuentran desempleadas. A pesar de todo, la Navidad sigue siendo esa época de derroche y consumismo.
    Tan sólo en la ciudad de Madrid se van a gastar más de 1,5 millones de euros en las típicas luces navideñas y las familias gastarán de media una cifra cercana a los 180€ en juguetes. Cada niño tendrá una media de seis juguetes nuevos debajo del árbol de Navidad.
    Luces, calles llenas de gente con bolsas y millones de anuncios que nos bombardean cada día. La Navidad es hoy sinónimo de alto consumo. Los grandes almacenes y las marcas dan el todo por el todo en estos días. Perfumes, corbatas, camisas, vestidos, zapatos, videojuegos, consolas… y miles de juguetes están esperando en las tiendas a los compradores que quieren hacer felices a sus seres queridos. Porque hoy “tener” es el significado de “ser feliz”, incluso, de “ser”.
    Las fechas navideñas son una época de estrés para encontrar el mejor regalo, el más grande, el más bonito… incluso en crisis. Nos volvemos un poco locos a la caza y captura de ese regalo que al otro le hará sentirse querido. Sin embargo, en algo nos estamos confundiendo porque hoy ya hay niños y niñas que van al colegio sin haber desayunado o se acuestan sin cenar. El consumismo desenfrenado no puede ser la solución al problema que ha provocado esta gran crisis económica y financiera… Y de valores.
    Empecemos por la Navidad. Hay otra Navidad posible. Una Navidad sostenible y para todos. Desde organizaciones como Ecologistas en Acción nos proponen apostar por “las tiendas de barrio en vez de la gran superficie, la agricultura ecológica frente a los productos industriales congelados, los mercados de trueque en lugar de usar y tirar, los regalos hechos a mano ante los obsequios sin personalidad”. Ideas que pueden hacer que pasemos unas Navidades diferentes, pensando más en las personas con quien las vamos a compartir que en los regalos que vamos a hacer, la comida con la que vamos a agasajar a nuestros familiares o estresados porque nuestro niño no podrá tener la última videoconsola.
    El cariño, el afecto, el amor… no son sentimientos que se midan por el coste de un regalo. “En esta época, más que nunca, se registra una exaltación publicitaria de las emociones y una mercantilización de los afectos, proponiendo la compra de productos como una vía de expresarlos. Así, un perfume es pasión, un juguete a pilas es imaginación, el videojuego es alegría”, explican desde Ecologistas en Acción.
    En países como Grecia, también inmerso en una grave crisis, estas Navidades serán las peores desde la II Guerra Mundial y que serán a la “romana”. Es decir, que todos los invitados aportarán algo a la cena de Nochebuena y a la comida de Navidad. ¿No es este el verdadero espíritu de la Navidad? ¿Compartir entre todos los alimentos y pasar un buen rato con la familia y amigos? “Los anuncios se empeñan en poner precio a las emociones e imponer modas para loso sueños”, dicen desde Ecologistas en Acción. ¿Es esa la Navidad que queremos?
    Quizá hay que volver a los orígenes de la Navidad, con la familia reunida para cenar, pero, sobre todo, para estar junta. Los niños jugando y haciendo ruido en el pasillo y los mayores guardando en la retina los recuerdos para el futuro.

    Ana Muñoz Álvarez
    Periodista
    ccs@solidarios.org.es
    Twitter: @anaismunoz

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  9. Celebraciones tradicionales

    Celebramos la Navidad. Unas fiestas ancestrales que se montaron sobre otras relacionadas con Mitra o con Saturno o con Osiris o con el solsticio de invierno. ¿Qué más da? Lo que importa es la celebración del cambio estacional, desde la noche más grande del año, acogiendo un nacimiento que simboliza la esperanza, el renacer, la nueva vida. Tiene que ver con nuestra propia infancia, esa dolencia de la que uno felizmente no se cura. Es un fenómeno cultural con miles de años de “historia”. En otras latitudes, de forma similar se “celebra” el nacimiento del Buda o de otros avatares de la divinidad como quiera que se conciba. Y siempre en relación con la mutación de una naturaleza viva y palpitante aún bajo las nieves del invierno, los árboles sin hojas y la tierra yerma que se prepara para un renacimiento impresionante en la primavera.
    ¿Es esto antropomorfismo? ¿De qué otra manera podemos considerar nuestra existencia humana, y no sólo animal, sino vinculada al medio ambiente en el que “vivimos, nos movemos y somos”?
    Aún desde la perspectiva más materialista no podemos ignorar los hechos culturales que sostienen nuestra personalidad y nuestra forma de vivir, nuestro progreso y nuestra lucha por una sociedad más justa y solidaria, más libre y que reconozca el derecho de todos los seres a la búsqueda de la felicidad.
    Como tampoco tenemos que imaginar paraísos o edenes semejantes después de la muerte. Igual que no sufrimos por lo que “éramos” antes de nacer es absurdo preocuparnos por lo que “seremos” después de la muerte.
    Algunos se empeñan en banalizar nuestra existencia. Fuera tradiciones, costumbres ancestrales, festividades y celebraciones descalificadas como mitos. ¿Qué es el mito sino una realidad más allá de la verdad?, como dicen Tolkien y Lewis. Reflejan una realidad para aquellos que los han creado y que conviven con ellos, aún conscientes de que no encierran toda la verdad.
    Sería una actitud adánica e iconoclasta si no fuera por lo insostenible de sus planteamientos que tratan de ocultar no poca ignorancia y el miedo a lo desconocido que producen la temida inseguridad.
    Porque, aunque la vida no tuviera sentido tiene que tener sentido vivir aquí y ahora, en un mundo de relaciones y de posibilidades, al menos la de no trabajar como bueyes uncidos a un arado ni como esclavos sino como artífices de nuestra propia realidad.
    Dejemos el envoltorio y disfrutemos del regalo, del presente de esa reunión familiar, de esa vuelta al hogar, sí, al seno en donde un día te supiste acogido y querido. Que eso es el hogar, el lugar en dónde nos esperan y acogen porque nos pertenece al tiempo que les pertenecemos.
    No tenemos por qué sucumbir a la indecente agresión consumista. Ni tenemos por qué asistir al templo, si no queremos, ni creer en planteamientos ideológicos que enmascaran la fecunda realidad de la vida que celebra las estaciones, los pasos, los frutos, las pruebas iniciativas mediante bailes y comidas, danzas y vestidos, juegos y abrazos. ¿Por qué no permitirnos recuperar nuestros sueños de infancia compartiéndolos con nuestros hijos y nietos, con amigos y conocidos? ¿Por qué no salud-darnos mediante el deseo de la felicidad?
    Sólo una persona ajena a la cultura y a las realidades que nos sostienen, es capaz de rechazar como absurdas estas celebraciones. ¿Podríamos comprender algo de nuestra historia, del arte y de la cultura, sin ese humilde judío de Nazaret, que pasó haciendo el bien, acogiendo a los marginados, que desafió a los poderes constituidos de su tiempo, que predicó las Bienaventuranzas, que amó y fue amado, que hizo que el sábado fuera para el hombre y no al revés, que superó las ataduras religiosas y sociales de su tiempo, que enalteció a las mujeres, a los niños, a los pobres y a los ancianos y que trajo la Buena Nueva para todos los seres humanos: Amaos los unos a los otros y buscad el Reino que pertenece a los que padecen persecución por causa de la justicia, a quienes dan de comer al hambriento, de beber al sediento, que visten al desnudo, que enseñan al que no sabe, que consuelan al triste, que comparten. Y que no juzgan ni condenan sino que siempre están dispuestos a acoger con un brazo mientras que con el otro aportan propuestas alternativas a las injusticias sociales que denuncian sin cesar formando muros y redes de solidaridad.
    ¡Feliz Navidad a todos, porque celebramos la Noche preñada del nuevo amanecer que alumbra nuestro caminar de personas solidarias, frágiles pero llenas de esperanza!

    José Carlos García Fajardo
    Profesor Emérito de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) Director del Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS)
    fajardoccs@solidarios.org.es
    Twitter: @CCS_Solidarios

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  10. Se vive una Navidad llena de ilusión en los escaparates de medio mundo

    Un ejemplo europeo es el de Londres, la capital más consumista del continente, que hace gala un año más de su entrega a la Navidad con la decoración de sus principales ejes comerciales de Oxford y Regent.

    Copos de nieve, coloridas bolas, luces y escenas típicamente navideñas están en los escaparates de ciudades como Tokio, Nueva York, Londres o Berlín, dando la bienvenida a la Navidad y tratando de atrapar la atención del ansiado consumidor.

    Los comerciantes que más empeño han puesto en la decoración han sido los de Tokio, lo cual es bastante curioso ya que Japón no reconoce la Navidad como día festivo. El mejor ejemplo es el céntrico barrio de Ginza, donde las grandes firmas intentan atraer las miradas de peatones y turistas con distintas fórmulas.

    Las más espectaculares este año han sido la sede de Mikimoto, que ha desplegado un año más su famoso XMAS tree, decorado por el escaparatistas Chie Kawai, y la relojera Cartier que ha apostado por envolver su elegante edificio con un lazo rojo.

    Sea cual sea la propuesta, la noche del 25 al 26 todas las referencias navideñas tokiotas serán rápidamente sustituidas por elementos propios de oshogatsu, el Año Nuevo Japonés, que se celebra el 1 de enero. Otra de las ciudades que se han engalanado para recibir puntualmente la Navidad ha sido Berlín, que ha decorado sus escaparates con las típicas bolas, lucecitas, paquetes envueltos en papel de vivos colores y figuras de Papá Noel.

    Las lujosas avenidas de Kurfürstedamm o Kudamm, o la céntrica Tauenzienstrasse, y las vías aledañas han sido decoradas, y la ciudad ha instalado el mercado navideño cercano a la iglesia Kaiser Wilhem Gedächtniskirche, con gran ambiente festivo. Los comercios berlineses tratan de atraer a sus clientes con el aire navideño en sus escaparates, unos de forma más discreta que otra, pero también con alguna que otra jugosa rebaja.

    Otro ejemplo europeo es el de Londres, la capital más consumista del continente, que hace gala un año más de su entrega a la Navidad con la decoración de sus principales ejes comerciales de Oxford y Regent, mucho más concurridas en estas fechas señaladas.

    Con menos espectacularidad que otros años, los comercios han apostado por decoraciones sencillas pero efectivas basadas en bolas, árboles, campanas, regalos y el típico Merry Christmas.

    Si grandes almacenes como John Lewis, Debenhams o Selfridges tienen más luces de lo habitual con sus majestuosas fachadas iluminadas, pequeños comercios como la tradicional tienda Hacketts en Regents han instalado una réplica del Big Ben, mientras la tienda de calzado Clark ha colgado zapatos de los árboles de Navidad de su escaparate.

    Aunque la ciudad por excelencia de la Navidad es, sin dudas, Nueva York, donde los escaparates navideños de grandes almacenes y tiendas conquistan a turistas y autóctonos, y donde existe una competencia informal entre los principales almacenes por tener el escaparate más bonito de la temporada.

    El fenómeno es especialmente intenso en la Quinta Avenida, en el tramo entre el Rockefeller Center y Central Park, donde resulta difícil circular por la acera en ciertas horas del día. Los escaparates de la Gran Manzana son una forma de arte que requieren decenas de artesanos.

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  11. Esperando a Jesús

    Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos en el camino de la paz. Jesús es el sol que ilumina nuestra existencia. Todo lo nuestro, si queremos que tenga sentido, ha de hacer referencia a él.

    De modo muy especial y extraordinario, la vida de la Virgen está centrada en Jesús. Lo está singularmente en esta víspera del nacimiento de su hijo. Apenas podemos imaginar el recogimiento de su alma.

    Así estuvo siempre, y así debemos aprender a estar nosotros, ¡tan dispersos y tan distraídos por cosas que carecen de importancia! Una sola cosa es verdaderamente importante en nuestra vida: Jesús, y cuanto a él se refiere.

    Su recogimiento interior fue constante. Su oración se fundía con su misma vida, con el trabajo y la atención a los demás. Su silencio interior era riqueza, y plenitud, y contemplación.

    Nosotros le pedimos hoy que nos dé este recogimiento interior necesario para ver y tratar a Dios, muy cercano también a nuestras vidas. Hoy sabréis que viene el Señor, y mañana contemplaréis su gloria.

    La Virgen nos alienta en esta víspera del Nacimiento de su hijo a no dejar jamás la oración, el trato con el Señor. Sin oración estamos perdidos, y con ella somos fuertes y sacamos adelante nuestras tareas. Por esto, ¡no dejéis de orar! ¡No pase un día sin que hayáis orado un poco! ¡La oración es un deber, pero también es una alegría, porque es un diálogo con Dios por medio de Jesucristo!

    Al terminar nuestra oración, contemplamos a José muy cerca de María, lleno de atenciones y de delicadezas hacia ella. Jesús va a nacer. Él ha preparado lo mejor que ha podido aquella gruta. Le pedimos nosotros que nos ayude a preparar nuestra alma, a no estar dispersos y distraídos cuando tenemos tan cerca a Jesús. (Frases extractadas de las homilías de Francisco Fernández Carvajal).

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  12. Regalos de Navidad: ¿para qué sirven?
    A la mayoría de los alemanes les gusta la Navidad. Hacer regalos, en cambio, además de generar cierta frustración, atenta contra la eficiencia económica. O al menos así puede argumentar, sin emoción, un economista.
    ¿Quién no ha recibido en Navidad un pulóver que terminará olvidada en el armario? Tres años después, sin que la tía que hizo el regalo lo note, el pulóver a aterrizará en la basura o, con suerte, será parte de una donación a otros más necesitados: un claro signo de “pérdida irrecuperable de eficiencia”, considera Achim Wambach, profesor de economía de la Universidad de Colonia.
    Profesor Achim Wambach, director del Instituto de Economía de la Universidad de Colonia.
    «Los regalos de Navidad no se corresponden, frecuentemente, con el gusto de su destinatario, así que son ineficientes», concluye Wambach en pose de Homo Oeconomicus –ese ser humano guiado únicamente por la lógica económica–, durante su conferencia de Navidad. Para sustentar su tesis, usa los resultados de un estudio del profesor de economía estadounidense Joel Waldvogel.
    Waldvogel pidió a sus estudiantes que evaluaran cuánto habrían pagado ellos mismos por los regalos recibidos. Las sumas fueron, en parte, mucho más bajas que lo que los regalos habían costado realmente. «Hasta un tercio del valor se perdió, justamente, al ser regalados», afirma Wambach. «Así que sin Navidad estaríamos mejor», remata otra vez, sin un ápice de emoción.
    El dinero no lo es todo
    Su colega, Axel Ockenfels, asume el rol de un economista del comportamiento y defiende el valor de regalo en sí. Muestra la corbata de rayas rojas que lleva puesta: «Fue un regalo de Achim Wambach», revela con un guiño. Según la teoría de Wambach esa corbata representa una pérdida total. Él mismo, acepta Ockenfels, nunca la habría comprado pero, «una vez que recibes el regalo, te alegras y lo valoras de forma totalmente diferente», asegura. «Si en su lugar hubiera recibido 20 euros, no me habría alegrado tanto», agrega el profesor de economía entre las carcajadas del auditorio.
    Conferencia de Navidad, en la Universidad de Colonia.
    Wambach no se deja confundir: lo más económico sería, de todos modos, regalar dinero, insiste. Además, un estudio de la consultora Deloitte muestra que casi la mitad de los alemanes desearía que les regalasen efectivo en Navidad.
    «Me imagino la Navidad de la familia Wambach», replica Ockenfels irónico: «todos sentados bajo el árbol, sacando la billetera». El dinero no lo es todo: Así lo muestran diversos estudios entre las empresas que conforman el índice DAX (las 30 más cotizadas de la Bolsa de Fráncfort). El pago de dividendos extraordinarios crece, año tras año, pero la productividad no. En este caso tiene más valor la comparación relativa, explica Ockenfels: «Si un gerente recibe una gratificación menor que sus colegas, su motivación baja».
    Listas de deseos al rescate
    Lista de deseos del hijo del profesor Axel Ockenfels para esta Navidad.
    Con todo y su crítica al razonamiento puramente económico, también este estudioso del comportamiento admite que no se puede negar cierta “pérdida de eficiencia” provocada por los regalos de Navidad. «Estas pérdidas, sin embargo, pueden reducirse a través de la comunicación», asegura Ockenfels. Y como forma más frecuente de comunicación, para resolver este tema durante la Navidad, cita las listas de deseos o Cartas a Papá Noel, Santa Claus o el Niño Jesús.
    Esto es algo que Wambach ha resuelto hace tiempo en la práctica. A su hijo, por ejemplo, este eficiente economista le ofrece cada año la oportunidad de elaborar una “lista de deseos” en el servicio de ventas online de Amazon. «Tres días antes de Nochebuena leo la lista, borro algunas cosas y toco el botón de enviar», relata. Los regalos llegan a tiempo e incluso envueltos en papel decorado.
    Esta demostración de eficiencia vuelve a hacer reír a Ockenfels: en primer lugar, la Navidad es la fiesta del amor y se trata de hacer regalos con un sentido, sobre el que uno se halla roto la cabeza antes, le recuerda a su colega. Él sueña con un regalo, dice, que él mismo no se atrevería a comprarse.
    ¿Reglas para regalar?
    Profesor Axel Ockenfels, de la Universidad de Colonia.
    Al Homo Oeconomicus Wambach todo esto le parece muy vago e impreciso. Así que ofrece recomendaciones concretas a su auditorio. Lo mejor, como ya ha mencionado, es el dinero. En caso de que no venga bien regalar dinero, es recomendable moverse en el terreno de los propios intereses. Por ejemplo, si un amante y conocedor de los vinos regala vino, eso «aumenta la eficiencia». Él, por su parte, debería regalar siempre audiolibros, bromea el profesor.
    Pero con los regalos se pueden enviar también señales. Así, si uno regala algo hecho por uno mismo, el mensaje es claro, uno quiere decir, según Wambach: “tengo más tiempo que dinero”. Y la última regla, al menos desde el punto de vista de este economista de Colonia: Quien regala, sufre. O sea, un regalo muy especial para su mujer podría ser: ir de compras con ella todo un día, aunque eso represente una tortura para él.
    Y ese cierre tranquiliza a algunos en el auditorio. Después de todo, tras este peculiar debate, es bueno escuchar que incluso un economista de racionalidad tan puramente económica, como Wambach, sería capaz de «sacrificarse» así por amor, ¿no creen?
    Autor: Danhong Zhang / RML
    Editora: Cristina Papaleo

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    1. ALEMANIA
      La Navidad es cada vez más chillona, colorida y ruidosa
      Jefferson Chase, reportero de DW, salió en busca del mercado navideño más bonito de Berlín. Pero antes que nada, encontró el espíritu de la capital, que es, sobre todo, polifacético.
      Cada año, la Navidad es más chillona, colorida y ruidosa. Basta con visitar el Alexanderplatz en época de adviento para quedar convencido. En el antiguo centro de Berlín del Este, desde noviembre se pueden visitar todos los días tres mercados navideños diferentes. Si se quiere descubrir el espíritu navideño de la ciudad, no queda más remedio que darse una vuelta por allá.
      Empiezo por el lado Este, frente a la Fuente de Neptuno. Sin lugar a dudas, la noria y la pista de hielo artificial producen una atmósfera agradable y los puestos de comida ofrecen platillos regionales y caseros. Pero la muchedumbre me empuja más y más hacia el lado occidental del mercado, y al mismo tiempo el ambiente va cambiando hasta convertirse en un reality show.
      Claro, esto puede ser divertido, pero yo voy en busca de otra cosa. Berlín no tendrá fama de ser un paraíso navideño, pero, con más de 70 mercados de adviento, bate records. Por suerte, conozco a dos damas dispuestas a apoyar mi búsqueda por el mercado indicado. Le hablo por teléfono a una amiga y le pido que me preste a sus dos hijas durante un par de horas.
      Alces y granadas
      Un paraíso infantil romántico: el mercado de Lucía.
      Un poco más tarde y tres estaciones de metro más al norte, en el mercado de Lucía, en Prenzlauer Berg, Lilly (6) y Philippa (4) primero quieren subirse al carrusel y saltar en el castillo inflable: un paraíso infantil. Mientras como una salchicha de alce, empiezo a escuchar el bramido melancólico de este animal en el fondo.
      Los sonidos resultan ser música navideña tradicional de Escandinavia. Como Lucía, la diosa nórdica de la luz, es la epónima del pequeño mercado, éste pretende evocar el ambiente navideño de los países del norte. Las currywurst se buscan en vano, en cambio, se puede practicar el tiro con ballesta, vestir abrigos de piel precalentados en un horno de madera o sentarse en una tienda de campaña, al estilo de los nómadas mongoles, a tomar un vaso de ponche.
      ¿Jesús o Santa Claus?
      Lo último en moda para perros de la «Mafia de la Moda».
      ¿Jesús o Santa Claus?: ésa es la pregunta. Quizás en Nochebuena la gente tenga tiempo para recibir al verdadero espíritu navideño, pero, por lo demás, la Navidad solo representa una oportunidad para ir de shopping.
      Ya sin la compañía de las niñas, prosigo mi viaje hacia la “Mafia de la Moda”, como se llama el pequeño mercado de diseño en el primer piso de una vieja casa de la RDA, en Berlín-Mitte. Durante los fines de semana de adviento, aquí se puede comprar una mezcla de moda con cachivaches a un precio accesible.
      Compro una bufanda multiusos, que también sirve como faja para calentar los riñones. La diseñadora húngara de esta prenda de vestir es una de los muchos creadores que se pueden descubrir en la época navideña. En las semanas previas a la Navidad, tienen lugar varios mercados de moda alternativa bajo lemas como “Holy Shit Shopping” o “Rodeo navideño”.
      Histórico y de producción artesanal
      Regalos individuales del mercado navideño artesanal.
      Berlín no posee una historia navideña como Núremberg, pero tiene sus propias tradiciones. Con un nacimiento viviente, un patio de carrozas y una herrería, el mercado histórico Alt-Rixdorf, en Neukölln, es uno de los momentos familiares estelares de la temporada.
      Al final de mi recorrido, brindo con una cerveza casera en el supermercado artesanal del mercado IX, en Kreuzberg. Este mercado navideño, que ofrece regalos que no son de producción en masa, es muy concurrido. ¿Por qué? “Porque no tocan música navideña”, dice Helmut, un visitante. Para mí esto es otra prueba de que, en la época de adviento, en Berlín todo se puede encontrar… hasta un poco de tranquilidad.
      Autor: Jefferson Chase/ VC
      Editor: Diego Zúñiga

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