LA ENERGÍA NUCLEAR, ¿ES REALMENTE BARATA?

La energía nuclear es barata, reza una de las premisas fundamentales que habla a favor de esta fuente. Las organizaciones ecologistas y los desastres como Chernóbil o Fukushima arrojan, sin embargo, otras cifras.

“Las ocho mentiras del lobby de la energía nuclear”, enumera en uno de sus panfletos el Instituto de Medio Ambiente de Múnich. Encabezando la lista: “el uso de la energía atómica garantiza un suministro eléctrico barato”. “Sin subvenciones”, replica el centro muniqués, “el kilovatio de electricidad atómica costaría dos euros la hora”. A modo de comparación, la Agencia Federal de Redes, responsable red eléctrica germana, calcula que un hogar medio paga hoy en el país 23,42 céntimos por el kilovatio/hora.

Sólo en Alemania, entre 1950 y 2010 la energía nuclear le ha costado a las arcas del Estado 204.000 millones de euros, indica un informe presentado recientemente por Greenpeace. Durante los próximos 12 años, y aunque no se lleve a cabo la planeada prolongación de la vida de las plantas atómicas, ésta consumirá 100.000 millones de euros públicos más.

 

La compañía energética RWE y el Foro Alemán de la Energía Atómica califican el estudio de poco serio. A tales cifras llegan los ecologistas porque incluyen en la suma no sólo la financiación directa al sector por parte de organismos gubernamentales, sino también la participación del bolsillo del contribuyente en el mantenimiento de los depósitos de residuos nucleares, sobre todo de algunos en críticas condiciones que requieren constantes inversiones, las rebajas impositivas a las compañías energéticas y el resultado de la falta de competitividad en este mercado, que también se refleja en las facturas.

 

Sin seguro

 

“Greenpeace utiliza datos confusos que tienen como único objetivo apuntalar sus viejas teorías y notas de prensa”, opina el Foro Alemán de la Energía Atómica. Y eso a pesar de que la organización medioambiental reconoce, con todo, haber dejado costos fuera de su informe. “El precio de una catástrofe nuclear”, apunta el experto en temas energéticos Andree Böhling, “es imposible de calcular.”

 

El precio de una catástrofe nuclear resulta tan imposible de calcular que no existen aseguradoras en el mundo que acepten responder ante él. Después de Fukushima, la política se plantea la posibilidad de convertir el seguro de las centrales atómicas en obligatorio. Pero, mientras tanto, es el dinero público el que corre al rescate en caso de necesidad. Al fin y al cabo, los momentos de emergencia no son propicios al reparto de gastos.

 

Hasta dos billones de yenes tendrá que asumir en créditos la operadora de Fukushima, Tepco, para afrontar el pago de los trabajos en su dañada central y el coste del suministro eléctrico que no puede prestar. Entidades japonesas estudian la posibilidad de concederle estos fondos. En cualquier otro lugar, la compañía lo tendrá difícil para acceder a ellos: su credibilidad se encuentra al nivel del suelo. También Tokio se plantea prestarle apoyo financiero, e incluso se especula con la posibilidad de nacionalizar Tepco, cosa que, teniendo en cuenta la situación de la empresa, cabe dudar de que pudiera ser positiva para las arcas públicas.

 

Millones de años

 

El problema de los desastres nucleares es que son de gigantescas dimensiones sus y consecuencias persisten a larguísimo plazo. 25 años después del accidente de Chernóbil, el reactor dañado se encuentra en una zona desierta a la que sólo se accede con permiso especial. La cúpula que lo cubre tiene que ser renovada, con el costo consecuente. La radioactividad en las regiones cercanas sigue provocando enfermedades y deformaciones en los recién nacidos, y todavía contamina la tierra, el agua y los productos agrícolas. Un final para esto no se prevé hasta dentro de millones de años.

 

Un sector agropecuario que tiene que suspender indefinidamente su actividad. Mano de obra constantemente aquejada de neumonías, migrañas, cánceres y otros males. Niños venidos al mundo con discapacidades que les acompañarán toda la vida. Junto al drama humano, el golpe económico es uno del que ningún consorcio energético puede realmente hacerse cargo. Entonces sólo queda el Estado. Y al final, vuelve a valer la vieja regla: mientras que los beneficios se privatizan, las pérdidas se hacen públicas.

 

LB/ dpa/ rtrd/ epd

Editor: Enrique López

 

12 comentarios en “LA ENERGÍA NUCLEAR, ¿ES REALMENTE BARATA?”

  1. EL MUNDO
    Japón anuncia su «apagón nuclear»
    No está claro cuál será el plazo definitivo de la medida, pero se afirma que el país nipón cerrará todas sus centrales nucleaes dentro de tes décadas aproximadamente.
    El gobierno japonés decició abandonar la energía nuclear durante las próximas tres décadas, informaron medios nipones.
    La decisión, adoptada por el Consejo de Ministros, llega un año y medio después de la catástrofe nuclear de Fukushima, ocurrida tras el terremoto y tsunami que afectaron gravemente a dicha planta atómica.
    Hasta entonces, el 30 por ciento de la energía del país procedía de las centrales nucleares y estaba previsto la construcción de nuevos generadores atómicos.
    Según la prensa local, en los próximos años se desmantelarán las centrales atómicas en funcionamiento y se suspenderá la construcción de nuevas instalaciones. Aún no está clara la fecha en la que el país abandoanrá definitivamente la energía nuclear, aunque se habla de entre 2030 y 2040.
    Fuente: DPA
    Editor: Enrique López

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  2. ¿Es posible desactivar los residuos nucleares?

    La transmutación podría reducir la vida media de sustancias altamente radiactivas en miles de años. En Bélgica, ya se lleva a cabo un proyecto con «know how «alemán.

    Un elemento combustible ya utilizado contiene relativamente pocas sustancias altamente radiactivas de larga vida. En una tonelada de combustible nuclear se encuentran, dependiendo de cómo fue operado el reactor, tan sólo alrededor de nueve kilogramos de plutonio y cerca de un kilogramo de actínidos menores. Plutonio, neptunio, americio y curio son actínidos.

    «Los actínidos determinan la radiotoxicidad de los residuos altamente radioactivos”, dice Dirk Bosbach, del centro de investigación de Jülich, en Renania del Norte-Westfalia. Los temores de los científicos se centran en los largos períodos de tiempos de irradiación que requieren los radioisótopos (o isótopos radioactivos). Por lo tanto, tiene sentido desarrollar procedimientos que minimicen esta radiotoxicidad, opina el científico.

    Planta piloto, en funcionamiento a partir de 2023

    En el 2014 se construirá en la ciudad de Mol, Bélgica, un centro de investigación con una máquina de transmutación. Con este sistema de aceleración de partículas se podrán transformar en el futuro plutonio y actínidos menores en productos fisionados, menos tóxicos y vida más corta.

    Pero antes de eso, se requiere que estos elementos sean extraídos de las barras de combustible nuclear. El proceso no es nuevo. De hecho, ya se realiza en plantas de reprocesamiento nuclear para la recuperación de plutonio. Para ello, las barras de combustible nuclear son trituradas y disueltas en una solución de ácido nítrico.

    «La mayoría de los métodos se basan en la extracción líquido-líquido», dice Andreas Geist, del Instituto de Tecnología de Karlsruhe. «Estos obtienen una solución acuosa del combustible y una fase orgánica o de aceite que no puede ser mezclada con agua». En la fase de aceite se encuentran los llamados «agentes selectivos complejos» que unen ciertos iones metálicos.

    Métodos de separación
    .
    Gracias a ello, los científicos pueden separar los actínidos que buscan. Sin embargo, este proceso debe repetirse una y otra vez con otros “agentes complejos”. Además de los actínidos, existen otros 35 elementos en la barra de combustible nuclear utilizada. En el segundo paso, los científicos devuelven los iones metálicos adquiridos a una solución de agua que evaporan, para así obtener el material para producir nuevas barras de combustible. Debido a que se trata de sustancias altamente radiactivas, se recomienda mucha precaución. “Todo debe ser manipulado de forma remota, detrás de una barrera de seguridad”, dice Geist.

    Las nuevas barras de combustible son puestas en la máquina de transmutación, similar a un reactor nuclear de metal líquido refrigerado. Pero con una diferencia importante: la reacción nuclear que se llevará a cabo en el reactor de transmutación es subcrítica. Esto significa que no habrá reacción en cadena autosuficiente. Los neutrones rápidos, que son necesarios para las reacciones nucleares, no provienen del núcleo del reactor en sí, sino desde el exterior. Esto permite detener la reacción nuclear en cualquier momento.

    Reacción nuclear subcrítica

    Para lograr una reacción nuclear subcrítica, los científicos bombardean protones de un acelerador de partículas en un contenedor de espalación de plomo y bismuto, el mismo metal líquido que se utiliza para enfriar el reactor. “Entonces se produce una reacción nuclear y se forman neutrones», explica Concetta Fazio, física nuclear de Karlsruhe. “Los neutrones llegan a los combustibles con los actínidos menores, y a su vez forman una reacción nuclear, es decir la transmutación». Los actínidos menores son destruidos en este procedimiento, y convertidos en productos de una fisión de vida más corta.

    Los primeros intentos de este proceso de la científica alemana y su equipo ya fueron exitosos en Suiza. “También pudimos medir cuántos neutrones se crean por proton. El experimento fue muy positivo”, dice Fazio.

    Falta más investigación

    Pero antes de que se construya la planta en Mol se requiere mucha investigación. Sobre todo en el análisis del comportamiento de la refrigeración de metal líquido en el proceso descrito antes. “Plomo y plomo-bismuto son metales líquidos relativamente corrosivos. Por eso hay que desarrollar una protección contra la corrosión de los materiales estructurales”, explica Fazio. También se investigan los comportamientos termodinámicos de estos metales líquidos.

    Si todas las pruebas tienen éxito, es posible que una máquina de transmutación reduzca el tiempo durante el cual irradian los residuos altamente radiactivos en miles de años. “Si logramos separar y transmutar los actínidos, estaríamos hablando de 1.000 años”, dice Geist. En comparación, en un almacenamiento definitivo sin transmutación, el proceso duraría 200.000 años para que los actínidos tengan la toxicidad del uranio natural.
    El almacenamiento final de los residuos nucleares es de todas maneras necesario. La mejor opción, según los científicos es bien profundo en rocas de granito, por ejemplo. Sin embargo, todavía no existen dispositivos técnicos que puedan preveer la seguridad y estabilidad de dichos contenedores a futuro.

    Autor: Fabian Schmidt / Cristina Mendoza Weber
    Editor: Pablo Kummetz

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  3. El legado radiactivo de Chernobil y Fukushima
    Ya sea que se trate del desastre de Chernobil o de Fukushima: el escape de radiactividad traspasa las fronteras. Pero ¿quién debe asumir los costos del daño que las radiaciones pueden ocasionar a nivel mundial?

    Después de un cuarto de siglo, el “sarcófago” levantado con premura tras el accidente de Chernobil presenta cada vez más fisuras. Hay fuga de radiactividad. La radiación es 100 veces superior a la normal, según Heinz Smital, experto de Greenpeace en la materia. Lo que le preocupa especialmente es que esa radiación no proviene del suelo, sino directamente del reactor Nr. 4, traspasando el concreto de metros de espesor.

    Un nuevo sarcófago

    El legado radiactivo de Chernobil seguirá constituyendo un problema para la comunidad internacional por muchas generaciones. Lo mismo vale para las consecuencias, aún no cuantificables, de la catástrofe de Fukushima.

    En una reciente conferencia de donantes, Ucrania intentó recolectar el dinero para financiar un programa de seguridad para la región de Chernobil cifrado en 1.500 millones de euros. Sólo consiguió que los participantes se comprometieran a aportar unos 550 millones de euros, que todavía no han sido transferidos a Kiev. Demasiado poco, teniendo en cuenta que sólo la construcción de un nuevo “sarcófago” para la ruina radiactiva tendrá un costo superior a los 1000 millones de euros.

    Generosidad limitada
    En el reactor Nr. 4 se encuentran depositadas aún 180 toneladas de combustible nuclear altamente radiactivo. La alternativa a la construcción de un nuevo “sarcófago” sería el traslado de ese material a un depósito definitivo, lo cual probablemente resultaría aún más caro.

    Pero las donaciones son por definición voluntarias y hubo quienes declinaron hacer su aporte en la conferencia de Kiev. Es el caso de Japón, que argumentó con el incalculable costo que le supondrá hacer frente a su propia catástrofe atómica. Otros países, como Irlanda, España y Canadá, tampoco quisieron comprometerse, remitiéndose a sus actuales problemas financieros.

    Falta de estándares internacionales

    Actualmente no existe una instancia internacional que pueda exigir el pago de contribuciones para mitigar los daños del desastre de Chernobil. También las medidas de seguridad son asunto de los estados afectados y el Organismo Internacional de Energía Atómica no tiene influencia sobre ellas, según explica Wolfram Tonhauser, director de la sección de derecho internacional nuclear de la OIEA.

    Hasta el día de hoy, todos los acuerdos y convenciones sobre seguridad nuclear se basan en el principio del derecho a la autodeterminación de los estados nacionales.

    Información deficiente

    En casos como el de Chernobil o el de Fukushima, también la OIEA está supeditada a las informaciones que proporcionan las autoridades nacionales. Pero eso no es suficiente para Stefan Wenzel, parlamentario de Los Verdes en el estado alemán de Baja Sajonia. A su juicio, tras lo ocurrido en Ucrania y Japón, la opinión pública internacional no ha sido informada en forma apropiada y veraz. “El hecho de que también organizaciones internacionales como la OMS y la OIEA participen a todas luces en este juego, y las informaciones no sean corregidas tampoco por nuestro Ministerio del Medio Ambiente, me enfurece”, afirma Wenzel.

    La bancada verde se propone plantear una discusión sobre el papel de la OMS y la OIEA, para inducir una reflexión sobre la responsabilidad internacional en la materia.

    Autora: Helle Jepesen/ Emilia Rojas
    Editora: Claudia Herrera Pahl

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  4. ¿Es posible crear centrales nucleares a prueba de todo?

    En Kiev, con el fantasma de Chernóbil cerca y después de pocas semanas de la catástrofe de Fukushima, se habla de incrementar la seguridad en las plantas. Al parecer, los ecologistas saben mejor que nadie cómo lograrla.

    A 25 años del desastre nuclear de Chernóbil y después de más de un mes de la catástrofe en la planta central de Fukushima, el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki Moon, hizo un llamado a elevar sustancialmente los estándares de seguridad. En una conferencia internacional en Kiev se revisa, con la asistencia de representantes de cincuenta países, cómo incrementar la seguridad de centrales y el futuro de la energía atómica.

    ¿Más seguridad o apagón?

    “Oír o leer acerca de Chernóbil es una cosa. Verlo es una experiencia muy diferente”, declaró un conmovido Ban Ki Moon al inaugurar la cita internacional después de haber visitado la ruina de la central. Su discurso giró en torno a elevar los niveles de seguridad de esta controvertida fuente de energía, acabar con ella no se planteó.

    El jefe de la Agencia Internacional de Energía Atómica, Yukiya Amano, calificó de “necesaria” esta fuente energética. «Nuestro principal objetivo, nuestra tarea ecológica es garantizar e incrementar su seguridad», aseguró Amano reconociendo que a pesar de Fukushima, muchos países no renunciarán a la energía atómica. “Ahora debemos, en primer lugar, poner punto final a la historia del accidente. Después habrá que estudiarlo y extraer las lecciones que nos ofrece», afirmó en el marco de esta conferencia que tiene lugar hasta el 22.04.

    Kiev a la sombra de Chernóbil

    En Kiev -a apenas 110 kilómetros de la central del desastre- se busca donantes para la construcción de nuevo sarcófago para el reactor que explotó el 26 de abril de 1986. De los alrededor de 1000 millones de euros que costará el nuevo recubrimiento –de 110 metros de alto, 164 de ancho, 257 de largo y de un peso de 29.000 toneladas- hay recaudados ya 550. El nuevo recubrimiento tendría una vida útil de 100 años y ayudaría a evitar los escapes de radiación. Así, Ucrania planea también restablecer la actividad económica en las áreas evacuadas y ha empezado a revisar los niveles de radiación en la zona de exclusión para permitir que la gente regrese a la región.

    Un asunto global

    Con este objetivo, la Unión Europea se ha comprometido a donar 110 millones de euros; también ofrece su cooperación para instalar un depósito de combustible radiactivo –hasta ahora en la central- que permita desmantelar la planta. «La seguridad nuclear es un asunto que requiere respuestas globales», dijo el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso.

    En este contexto, el comisario de Desarrollo de la UE, Andris Piebalgs, poco antes había hecho alusión a Fukushima, al terremoto y al consiguiente tsunami. «La UE continuará trabajando tenazmente en interés de sus ciudadanos, haciendo de las plantas nucleares lugares seguros y previniendo accidentes», afirmó el comisario Piebalgs. Los test de estrés que ponen a las centrales nucleares en “situaciones límites” son una de las respuestas europeas al candente tema de la seguridad.

    ¿Centrales contra todo riesgo?

    “Las centrales atómicas tienen que estar construidas de tal manera que soporten todo, desde terremotos hasta tsunamis pasando por incendios e inundaciones”, afirmó en Kiev Ban Ki Moon. ¿Es eso posible? No para la organización ecologista Greenpeace que en la conferencia exigió a los países participantes en la conferencia que abandonen este tipo de energía. Para la organización medio ambientalista la solución pasa necesariamente por el lema del movimiento anti-nuclear: «Desenchufe».

    Autora: Mirra Banchón (dpa/efe/rtr/dlf)
    Editor: José Ospina-Valencia

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  5. EN JAPÓN DENUNCIAN DISCRIMINACIÓN CONTRA VECINOS DE PLANTA NUCLEAR DE FUKUSHIMA
    El gobierno de Japón pidió a la las autoridades, empresas y ciudadanos que no discriminen a los evacuados del la zona alrededor de la planta nuclear de Fukushima. La solicitud se produjo luego que algunos centros de evacuación exigieron certificados de ausencia de radiación a gente que vivía cerca de las instalaciones dañadas. Desde que el 11 de marzo último un sismo y un tsunami provocaron la peor crisis nuclear desde la explosión atómica en la planta de Chernóbil, en Ucrania, 86 mil personas debieron ser evacuadas de la prefectura de Fukushima. A más de 5 semanas de ocurrido el accidente, salieron a la luz varios casos en los que personas provenientes de Fukushima fueron víctimas de discriminación. El terremoto y el tsunami cobraron la vida de 13 mil pobladores y dejaron decenas de miles sin hogar.

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  6. CRISIS NUCLEAR EN JAPÓN TERMINARÁ EN 9 MESES, ASEGURA EXPERTO

    En Fukushima, el operador de la planta nuclear que tiene una fuga de material radioactivo dice que podrá reducir la crisis a un nivel bajo control dentro de seis a nueve meses. El presidente de la Tokyo Electric Power dio una conferencia de prensa hoy asegurando que la empresa puso en marcha un plan para acabar con la crisis y que le permitirá a los residentes evacuados poder regresar a sus hogares. El presidente aseguró que en los tres primeros meses, la empresa tiene como objetivo reducir constantemente la fuga de material radioactivo. En el segundo trimestre espera controlar la radioactividad. El plan incluye cubrir el reactor nuclear dañado para restringir la radiación y eventualmente remover los edificios y el combustible asociados al reactor. La planta de Fukushima fue dañada por el terremoto y el tsunami que impactó a Japón el pasado 11 de marzo.

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  7. ¿Renacerá Japón en nueve meses?

    Muchos japoneses han dejado de creer en escenarios idílicos.
    La empresa que opera la central atómica Daiichi en Fukushima se comprometió a desactivarla en un plazo de seis a nueve meses y a indemnizar a las familias afectadas por la crisis nuclear. Pero, ¿le creerán los japoneses?

    A pedido del primer ministro nipón, Naoto Kan, quien a su vez ha respondido a la presión de la opinión pública japonesa, la empresa que opera la central atómica de Daiichi presentó este domingo (17.4.2011) el cronograma de sus futuras actuaciones para mantener a la colectividad al tanto de sus planes. Y es que son miles las personas que fueron evacuadas cuando comenzó la crisis en los alrededores de Fukushima y ahora exigen saber exactamente cuándo podrán regresar a sus hogares.

    El portavoz de Tepco, Tsunehisa Katsumata, dijo que los reactores y las vasijas que contienen el combustible usado, altamente radiactivo, serán refrigerados completamente en tres meses, y enfatizó que la empresa se comprometió a desactivar la planta nuclear entera en un plazo de seis a nueve meses. “Ese es el cronograma actual”, declaró Katsumata, dejando sin quererlo la impresión de que la agenda podría verse alterada, aún cuando Kan ha instado a cumplirla de forma rápida y confiable.

    Recuperando la confianza perdida

    La confianza en la operadora de las instalaciones atómicas en Fukushima escasea. El vocero de Tepco aprovechó la rueda de prensa de este 17 de abril para pedir disculpas por el accidente en Daiichi y sus secuelas, pero es sobre todo el mal manejo de la crisis lo que la mayoría de los japoneses le reprocha al consorcio. El primer ministro también ha sido blanco de críticas; sobre todo cuando se corrió la voz de que había dicho que los desplazados no podrían regresar a sus casas en los próximos diez o veinte años.

    Los evacuados pierden la paciencia y exigen saber exactamente cuándo podrán regresar a sus hogares.
    Kan negó haber hecho esas declaraciones poco después, pero exhibe una gran precaución desde entonces. Su ministro de Economía e Industria, Banri Kaeida, sostuvo que sería en seis o nueve meses cuando el Gobierno podría saber a ciencia cierta si una parte de la población puede volver a sus hogares, pero cabe preguntarse qué tan sinceros y transparentes serán los anuncios del estamento si se concluye que existen posibilidades de contaminación radioactiva para las personas, por pequeñas que sean.

    ¿Demasiado pronto para dar buenas noticias?

    Es pertinente recordar que, poco antes del terremoto del 11 de abril –una réplica del terremoto del 11 de marzo–, y pese a las insistentes recomendaciones del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) y de la organización ecologista Greenpeace, las autoridades niponas postergaron durante varios días la decisión de evacuar nuevas zonas más allá del perímetro de seguridad de 20 kilómetros hasta entonces decretado. Greepeace advirtió que había detectado altos niveles de radiación a unos 60 kilómetros de Fukushima.

    Se han medido altos niveles de radiación más allá del perímetro de seguridad decretado, a unos 60 kilómetros de Fukushima.
    Al final, se dio la orden de trasladar a los habitantes de Katsurao, Namie, Iitate y otras localidades a regiones más seguras en el lapso de un mes: los pobladores de las zonas en las que la radiación supere los 20 milisievert por año tendrán que abandonar sus casas; anteriormente, el límite estaba establecido en 50 milisievert anuales. Pero el Gobierno de Japón parece seguir empeñado en dar buenas noticias basadas en argumentos dudosos y esa tendencia amenaza con colmar la paciencia de quienes demandan información clara de la clase política.

    Promesas y compensaciones

    El ministro del Exterior japonés, Takeaki Matsumoto, agradeció a la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, sus palabras de apoyo; Clinton, quien llegó a Tokio procedente de Seúl para una visita de medio día, dijo que su país hará todo lo posible para ayudar a que Japón supere las consecuencias del terremoto y tsunami del 11 de marzo. Otro anuncio que atrajo la atención de los japoneses este 17 de abril fue el hecho por Tepco en relación con su intención de indemnizar, hasta cierto punto, a las víctimas de la maltrecha planta de Daiichi.

    Tepco tiene planeado vender su participación en la operadora de telecomunicaciones KDDI, valoradas en 1,5 billones de euros, para compensar los daños sufridos por aproximadamente 50.000 hogares, calculados en 415 millones de euros. ¿Le creerán los japoneses?

    Autor: Evan Romero-Castillo / dpa / Reuters
    Editora: Caludia Herrera Pahl

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  8. Autoridades japonesas «han actuado de manera deficiente e irresponsable»

    La prensa europea comenta las consecuencias de la catástrofe de Fukushima tras las declaraciónes de las autoridades japonesas de que el desastre alcanzó el nivel 7 de la Escala INES.

    El periódico de Cataluña, de Barcelona: “Al final resulta que el desastre nuclear de Fukushima es comparable al de Chernóbil. Desde que se produjo la tragedia hace un mes, las autoridades japonesas y los responsables de la central, la empresa Tepco, que nunca fue un dechado de transparencia, sino todo lo contrario, han actuado de manera deficiente y posiblemente irresponsable. Ha faltado información creíble, han demostrado falta de previsión para detener las fugas radiactivas, y han utilizado métodos más que discutibles. La crisis dista mucho de estar resuelta. Japón se sabía vulnerable a los desastres sísmicos. La historia se lo había demostrado con creces. Tras haber sido la única víctima de un holocausto nuclear, es ahora víctima de una apuesta industrial y desarrollista que no ha podido controlar.”

    La Charente Libre, de París: “Las autoridades japonesas han determinado que el desastre nuclear de Fukushima ha alcanzado el nivel 7 de la Escala Internacional de Eventos Nucleares (INES). Igual que Chernóbil. (…) Y ahora, tras las atrocidades vividas, tras los gestos de compasión para la población japonesa, llega inevitablemente la hora de las preguntas, de las dudas y de la desconfianza. (…) Aún cuando el gobierno francés defiende su estrategia de política nuclear con uñas y dientes, no podemos dejar de plantearnos la seguridad de nuestras centrales nucleares. (…) En Estrasburgo, el ayuntamiento no se lo ha pensado dos veces, y se ha decidido por unanimidad la clausura de la planta nuclear de Fessenheim. Sin duda, un voto puramente simbólico. Pero puede abrir el camino para un verdadero debate sobre energía nuclear, al que ya Francia tampoco puede negarse.”

    La Reppublica, de Roma: “Ya antes de Fukushima se concebía difícil una vuelta a la energía nuclear en Italia. Ahora, la anunciada pausa para la reflexión resulta irrisoria. La catástrofe nuclear de Japón fuerza a Italia y al mundo entero a reflexionar, no sólo sobre eventuales estrategias nucleares sino también sobre la esencia del entorno entre el hombre y la naturaleza. Una época entera de la ciencia –decadente y gloriosa al mismo tiempo- se enfrenta a su prueba de fuego. La energía atómica podría ser algo diferente, pero su potencia exponencial revela de forma incomparable nuestra destructiva relación con la naturaleza, con la cual, y gracias a la cual, vivimos cada día.”

    Stuttgarter Nachrichten, de Stuttgart: “Se advierte contra la histeria. En Chernóbil explotó el reactor por sí mismo, y el fuego ayudó a la quema de los materiales radiactivos. En Fukushima, no obstante, tras todo lo sucedido, los contenedores de seguridad se han mantenido intactos. (…) Eso sí: no se quiere con esto restar importancia al “desastre a cámara lenta” vivido en Fukushima. Japón acarreará sus consecuencias durante mucho tiempo. De hecho, el país ya sufre de una crisis de confianza. Muchos japoneses dudan ya de la gestión de la crisis de Tokio tanto como los países extranjeros. Y esto es un golpe bajo para la economía japonesa, que en estos momentos debe vender tanto como pueda.”

    Libération, de París: “Traumatizados por el terremoto, castigados por el tsunami: los japoneses que viven fuera de la zona de bloqueo establecida tras el desastre de la central nuclear de Fukushima se encuentran indefensos, en estado de shock y requieren informaciones claras. (…) Hasta el momento, la doble catástrofe del terremoto y tsunami ha sido con mucho el elemento más letal. Pero el riesgo atómico sobrepasa toda imaginación. Se mantiene invisible, en la sociedad de la imagen omnipresente. Destruye zonas enteras, y la gente se pregunta durante cuánto tiempo. Durante diez, veinte o treinta años permanecerán estas regiones vedadas. La energía atómica despierta miedos, tanto en Japón como entre nosotros, que nunca desaparecerán.”

    Autor: LAB/ dpa
    Editor: Pablo Kummetz

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  9. Fukushima: sellada una fuga, pero temor a una explosión

    Fue sellada una fuga de agua altamente radiactiva al océano delante de la central nuclear accidentada de Fukushima. Pero los operarios de TEPCO afrontan un nuevo problema: una posible explosión en el reactor 1. Los operarios van a inyectar nitrógeno para evitarla.

    Fue sellada una fuga de agua altamente radiactiva al océano delante de la central nuclear accidentada de Fukushima, lo que constituye la primera buena noticia en casi cuatro semanas para Tokyo Electric Power (TEPCO), el operador y dueño de esa central nuclear, gravemente dañada por el sismo y el tsunami del 11 de marzo.

    Después de varios días de esfuerzos infructuosos para taponar una brecha de 20 cm en una fosa técnica situada al borde del océano Pacífico, los técnicos de TEPCO encontraron la solución la víspera a base de inyectar en el suelo cristal soluble (silicato de sodio), un agente químico que tiene la propiedad de solidificarse al entrar en contacto con el agua.
    Un volumen importante de agua muy contaminada, proveniente del reactor 2, escapaba día y noche de esa fosa, a un ritmo estimado en siete toneladas por hora. Esta fuga motivó un aumento importante del índice de yodo radiactivo 131 en las muestras de agua marina cerca de la central.

    El riesgo de contaminación del medio marino no está descartado, subrayan los expertos.

    Al mismo tiempo, las operaciones de vertido al mar de 11.500 toneladas de agua ligeramente radiactiva, según Tepco, continuaban por tercer día consecutivo delante de la central, a solo 250 km de Tokio y de sus 35 millones de habitantes.

    La evacuación de esta agua al océano, donde los radioelementos deben diluirse, es necesaria para liberar unas cubas de almacenamiento y llenarlas de agua altamente radiactiva que se acumuló en las instalaciones y galerías técnicas de los reactores 2 y 3.

    Esta agua contaminada contiene yodo 131, cuya duración de vida se reduce a la mitad cada ocho días, y sobre todo cesio 137, que permanece activo decenas de años.

    Los expertos temen que la cadena alimentaria marina se contamine a partir del plancton que consumen los peces.

    Para tranquilizar a la población, el Gobierno fijó un índice máximo de radiactividad para los productos del mar, similar al establecido para verdura y legumbres.

    Más allá de 2.000 becquereles/kg para el yodo 131 y 500 becquereles para el cesio 137, el pescado será considerado impropio para el consumo.

    Los vertidos masivos de agua contaminada al mar pueden pesar en las exportaciones japonesas de productos frescos.

    Pero tras resolver ese problema, los operarios deben afrontar una nueva dificultad. El operador de la accidentada central nuclear de Fukushima, TEPCO, considera inyectar nitrógeno en el reactor 1 para evitar una posible explosión causada por la acumulación de hidrógeno.

    Los expertos presentes en la central temen que la cantidad de hidrógeno siga aumentando hasta provocar una explosión por contacto con el oxígeno en el aire.

    Explosiones de hidrógeno ya han dañado seriamente el inmueble exterior de dos de los seis reactores de Fukushima Daiichi (N.1), aunque sin afectar el corazón de la instalación, tras el sismo y el tsunami del 11 de marzo.

    «Estamos considerando inyectar nitrógeno en el edificio del reactor 1 porque hay posiblemente una acumulación de hidrógeno», indicó un responsable de TEPCO.

    Este accidente, el más grave desde el ocurrido hace 25 años en Chernobil, le va a costar muy caro a la primera empresa eléctrica de Japón en términos de indemnizaciones a las personas y empresas de esa región del noreste.

    La compañía TEPCO pagará un millón de yenes (8.260 euros, 11.800 dólares) por hogar para indemnizar a las miles de familias que fueron evacuadas por vivir en las inmediaciones de la central nuclear de Fukushima, de la que es propietaria, afirmaron los medios de comunicación japoneses.

    La acción de TEPCO, que el martes registró su nivel más bajo histórico, volvió a perder más de 16% la mañana del miércoles en la Bolsa de Tokio.

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  10. La esperanza renace en Japón

    La destrucción no tiene la última palabra

    «Nuestra labor está sostenida por la firme creencia en Dios, que es Amor, incluso tras haber sido duramente golpeados por esta catástrofe». Así se expresaba el obispo de Sendai -la zona más afectada-, monseñor Tetsuo Hiraga. El obispo ha abierto un centro en la catedral, para alojar a los supervivientes y coordinar la ayuda humanitaria. Con ello se trata también de mostrar que el caos y la destrucción no tienen la última palabra. El arzobispo de Tokio, monseñor Takeo Okada, ha pedido igualmente ese tipo de gestos, y anima a las familias e instituciones católicas a ofrecer alojamiento y ayuda especialmente a los inmigrantes, los más vulnerables.
    Pero también la Iglesia universal se está enriqueciendo con el testimonio del pueblo japonés, y de la «dignidad y valentía» -en palabras del Papa- con las que está afrontando la tragedia. La hermana Momoko, japonesa, Servidora del Evangelio en la comunidad de Tokio, resalta el ejemplo de civismo: «El Gobierno pidió colaboración en el ahorro energético, y ese mismo día todos los comercios tenían la mitad de luces apagadas, la calefacción al mínimo…. Y sin quejas, malas caras ni reproches».
    Coincide en la apreciación don Manuel Amorós, jesuita valenciano que trabaja en Japón, desde hace 50 años: «La gente se encuentra viviendo hacinada, los alimentos escasean, y no se han producido robos ni protestas». Ahora bien: la nación del milagro económico está necesitada de esperanza: «cada año, hay más de 30.000 suicidios»; hay demasiada soledad… «¿Es posible que salga algo positivo de esta tragedia?, se pregunta. «Ver la muerte tan cerca puede hacer que se replanteen» muchas cosas, cree.
    Ésta es una de las principales tareas para la Iglesia. El misionero murciano Pascual Saorín, párroco en Osaka, sostiene que «Japón se levantará, no hay duda. El verdadero problema es saber hacia dónde se encaminará. Para esto trabajamos, tratando de iluminar sus vidas con la Palabra de Dios».
    Cristina Sánchez
    La belleza del pueblo japonés:
    Cuando ocurren sucesos de tal magnitud, es difícil comprender su alcance real. En Japón pasamos la II Guerra Mundial. Sí, una ciudad entera desaparecida es como otra bomba atómica, sólo que no de guerra. Hemos aprendido que la naturaleza no es para conquistarla, sino que debemos aprender a vivir con ella. Nunca habíamos pasado un terremoto tan grande. Aún así, estábamos preparados, pero no para el tsunami.
    Hemos reaccionado sin rencor; casi inconscientemente, sin perder un minuto, nos hemos puesto a colaborar para salvar a nuestro pueblo. Todo el mundo está sorprendido de la unidad ante la catástrofe, pero para nosotros es lo normal. Hemos aprendido a hacerlo ante circunstancias extremas. Vivimos en una isla, y, desde siempre, tifones y fenómenos naturales nos han hecho aprender a convivir con ello. Llevamos en la sangre la hospitalidad, que no es otra cosa que ayudar, sin saber siquiera el nombre de aquél a quien se ayuda. Lo haces porque es un ser humano.
    Por eso, el pueblo japonés ha reaccionado así: ha puesto de manifiesto la hospitalidad, la convivencia y la ayuda mutua. Y esto es la belleza, a pesar de la tragedia. Los japoneses confiamos, y una vez caídos, nos levantamos de nuevo. Aunque caigamos siete veces, siete veces nos levantamos: ésta es la fuerza y la esperanza de Japón. Es verdad que hay pocos cristianos, pero el corazón de los japoneses actúa como el de un verdadero cristiano; llevamos en la sangre la dignidad, el respeto, la serenidad y la ayuda al prójimo.
    Etsuro Sotoo,
    escultor-jefe de la Basílica de la Sagrada Famili
    fuente: Alfa & Omega

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  11. AGUAFUERTES AMBIENTALES

    A PROPÓSITO DE JAPÓN: “NUCLEAR???, …NO GRACIAS”

    Visto lo que ha pasado en Japón, uno no puede dejar de dolerse y expresar sus condolencias por las penurias y calamidades por las que está atravesando el pueblo de esa Nación.
    Primero la furia implacable de las fuerzas naturales, expresadas en un terremoto categoría 9 en la escala de Richter, con sus réplicas de nunca acabar y también las inundaciones sufridas como consecuencia del tsunami.
    Miles de vidas perdidas, heridos, desapariciones y destrucciones por doquier, superan cualquier capacidad de asimilación, sin perjuicio de reconocer las aptitudes del pueblo japonés para sobreponerse a sus desgracias.
    Como si todo ello no fuera suficiente, hoy se yergue sobre ese país, devastado por fuerzas naturales incontrolables, una espada de Damocles, de difícil pronóstico sobre sus consecuencias futuras, cual es la posibilidad de un cataclismo nuclear.
    Muchas veces el hombre, por esa soberbia que nos caracteriza, de amos y dominadores del entorno, jugamos a ser dioses y desatamos fuerzas que no conocemos en su plenitud y que difícilmente podamos controlar en su integridad.
    Abrimos cajas de Pandora de donde salen los jinetes del Apocalipsis que ponen en serio riesgo el destino común y que hacen realidad el dicho: “El camino del infierno está poblado de buenas intenciones.
    A través de mis años de militancia ambiental y en defensa de la vida, y a riesgo de equivocarme, desde siempre he tenido, cuando menos, reservas o desconfianza hacia el desarrollo atómico, ya sea belicista o para la producción energética.
    La capacidad de aniquilamiento de la vida y el entorno de esta tecnología, sin ser la más destructiva, es bien conocida.
    Hiroshima, Nagasaky, Chernobyl y otros ejemplos, son fieles y dolorosos testimonios de la locura, la irracionalidad y la ambición humana.
    Estoy convencido que la matriz y la tecnología nuclear son peligrosas en toda su génesis y desarrollo, desde la cuna a la tumba, los riesgos comienzan con la extracción de los minerales radiactivos del seno de la tierra, agravado por su traslado, procesamiento y uso, ya sea en la generación nucleoeléctrica o en armas de destrucción masiva.
    Sin contar los residuos, que mantienen en algunos casos, su nivel de contingencia por años, décadas, siglos o milenios.
    Todas las etapas del mencionado proceso, entrañan una cuota de inseguridad o amenaza, lo que se agrava por los errores e impericias humanas, pero también por la interacción de fenómenos impredecibles e imprevisibles, como lo ocurrido en Japón.
    Parece que algunos no pueden, por egoísmo, ambición, lucro o lo que fuera, dejar de jugar con cosas que no tienen reparación o repuestos.
    Cuando el ciclo vital de las personas o de la naturaleza se interrumpe por la violencia de estas prácticas, la posibilidad de remediación es escasa o nula y las secuelas se sienten por años y las sufren los sectores más débiles de la población o los que menos defensas tienen a su alcance.
    Mientras escribo estas Aguafuertes, tengo en mis manos un libro, cuyo título, no sé, si entraña una paradoja o es un exceso de cinismo.
    El título de esta apología total de la tecnología atómica, es: “ENERGÍA NUCLEAR: EL FUTURO DE LA ECOLOGÍA ”, y me lo obsequió un dirigente gremial de la asociación de técnicos y profesionales de la CNEA , con quién mantengo una fraternal disputa en torno a este tema.
    En la portada del mismo, se encuentra en campo abierto, un pintor con su caballete y su paleta de colores, pintando una naturaleza viva o muerta, según como se mire.
    El motivo del cuadro es una central nuclear, que el artista reproduce, casi como una maceta de flores, queriendo significar una alegoría en consonancia con el título de la obra.
    En su dedicatoria dice: “Este libro es dedicado a los ecologistas auténticos”, de lo cual debo inferir, que todos aquellos que tenemos una visión crítica de lo nuclear, somos ecologistas truchos, casi trogloditas que nos oponemos al progreso y al desarrollo.
    Todo se justifica en nombre del siempre bien ponderado progreso, aunque el mismo sea susceptible de arrasar la vida.
    La contratapa de la obra, dice: “La energía nuclear deber ser ponderada como una energía limpia, absolutamente necesaria para la protección de nuestro medio ambiente, por que es la única forma de energía que puede hacer posible el desarrollo de los países pobres, respetando el medio ambiente, reduciendo la polución y el problema del calentamiento global”.
    Entre sus páginas, también podemos leer las siguientes perlitas: “Los riesgos de la energía nuclear civil o militar casi siempre han sido exagerados en la imaginación del público, incluyendo a los periodistas”…”el riesgo real para el público es probablemente considerablemente menor de lo que usted teme”. “Un severo accidente en una central nuclear bien construida, por más improbable que pueda ser, tendría muy limitadas consecuencias”.
    Hiroshima o Chernobyl son producto de la imaginación febril de la gente y de los periodistas malintencionados.
    Cómo era ese dicho, “a seguro se lo llevaron preso”?
    Después del nivel de confianza ingenua o interesada, demostrada por el autor, decir que la radioactividad puede generar cáncer, alteraciones genéticas, mutaciones y afecciones de todo tipo, casi como que está de más o es una irreverencia.
    Es mi mente calenturienta la que me hace ver espejismos de destrucción, contaminaciones intolerables, ambientes arrasados, ecosistemas destruidos y desolación por doquier.
    Para que no se quede con las ganas, le digo quién es autor del libro y una breve reseña de sus antecedentes, por si algún día tiene algo para reclamarle: Bruno Comby, ecologista pionero y mundialmente famoso, nació en 1960 y diplomado con el alto grado de Ingeniería Nuclear de la Universidad Nacional de Tecnología Avanzada de París. Es el fundador y presidente de la Asociación Internacional de Ambientalistas Por la Energía Nuclear , que tiene simpatizantes en 60 países.
    Como diría mi abuelo, “hay ecologistas para todo”.
    Ojalá que con el correr de los años, Bruno Comby, haya estado acertado en sus pronósticos y diagnósticos, por que eso nos indicará que seguimos estando vivos.
    Por lo pronto, la suspensión de los planes nucleares en China, Suiza y Alemania, es cuando menos, un prudente paso adelante en torno a la peligrosidad de esta tecnología.
    No quiero dejar pasar la oportunidad, para aclararle, a los que dicen que sin nuevas centrales nucleares el mundo entrará en una crisis energética, que ello es una falacia absoluta. Lo que está en crisis no es la energía, sino el modelo de despilfarro energético y de consumo irracional, para el cual, no hay energía que alcance.
    Por último me despido de estas aguafuertes y los dejo para que lo piensen.

    Ricardo Luis Mascheroni
    Docente e investigador universitario

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  12. ¿Es rentable invertir en nuevas centrales nucleares?
    Sólo en cuatro de los 21 escenarios analizados la nuclear es rentable
    Archivado en: medio ambiente, energía nuclear, pedro linares, economía
    Por PEDRO LINARES* (SOITU.ES)
    Ahora que parece que ya se ha tomado una decisión sobre Garoña, quizá sea un buen momento para plantear, de la manera más rigurosa posible, el debate sobre si es interesante invertir en nueva nuclear o no, tal como dice nuestro ministro Sebastián, tanto desde el punto de vista de la sociedad como de las empresas. Y sobre todo, es interesante debatirlo en el contexto del modelo energético que tenemos y de aquel al que queremos llegar.

    Por supuesto, siempre se puede pensar que, si se ha cerrado Garoña, no tiene ningún sentido hablar de nuevas nucleares… pero como se va a seguir hablando de ello, creo que siempre viene bien tener toda la información posible para tomar las mejores decisiones o defenderlas. Y en especial, creo que es fundamental tener una idea lo más clara posible de los costes de la nueva nuclear. Hay gente que dice que la nuclear es muy barata, y gente que dice que es muy cara. Y resulta difícil contrastar estas afirmaciones, porque generalmente no se aportan números, o si se hace, no se aportan los parámetros del análisis, con lo cual se hace imposible comparar.

    Como decía, lo ideal para la sociedad es tener toda la información posible, y decidir en función de eso. Ése fue el objetivo de una Jornada que organizó la Asociación Española para la Economía Energética hace unos días en Madrid. En esta jornada presentamos un estudio (ver pdf) que acabamos de terminar en Comillas sobre la rentabilidad económica de la inversión en nuevas centrales nucleares, y que actualiza los resultados de un estudio previo. La actualización viene fundamentalmente de los cambios en los costes de construcción de las centrales eléctricas (generalmente han aumentado en los últimos tiempos), y también en los precios de los combustibles, en el crecimiento de la demanda, etc.

    Lo que tratamos de hacer con este estudio es básicamente determinar cuánto debería costar la nuclear para ser competitiva en un sistema eléctrico como el español en los próximos diez años (aunque su vida útil sea mayor). Es decir, supuesto que la inversión en nuevas nucleares es posible desde el punto de vista legal (ahora mismo lo es), cuánto debería costar para que a un agente privado le resultara rentable la inversión en una nueva central nuclear (suponiendo una tasa razonable de rentabilidad). Luego comparamos esto con lo que cuesta ahora mismo construir una nueva central. Si lo primero es menor que lo segundo, las nucleares son realmente más baratas para el sistema, y por tanto, las implicaciones económicas para los consumidores son positivas, porque pagarán menos por su electricidad (aunque esto en realidad viene determinado por la tecnología al margen, que sólo será la nuclear en algunas horas). Si no, el invertir en nuclear supondrá tener que pagar más por ello que por otras alternativas. Por supuesto, subrayo que sólo estamos considerando coste económico, y que hay otros factores que considerar.

    Nuestro punto de partida es la reciente actualización del estudio del MIT sobre la nuclear (ver pdf). Pero los números del MIT están hechos «en vacío», sin tener en cuenta el sistema eléctrico en el que se construirían las nuevas centrales, ni considerar otras posibles restricciones o tecnologías más que el carbón o el gas. Nosotros creemos que este análisis debe hacerse teniendo en cuenta aspectos como el crecimiento de la demanda de electricidad, los objetivos de renovables, el efecto de los precios del gas o del CO2 en los precios de la electricidad, etc. Por eso, partimos de los mismos supuestos de costes para tecnologías que MIT, pero los integramos en un modelo de simulación de evolución del sector eléctrico español, y vemos cuál debería ser el coste de la nuclear para realmente ser rentable (y por tanto beneficiosa desde el punto de vista económico).

    Los resultados que obtenemos son: que, bajo un escenario intermedio, el coste overnight de una central nuclear debería ser inferior a 2.900 euros por kW de potencia instalada (si una central nuclear tiene 1.000 MW de potencia, debería costar menos de 2.900 millones de euros). En un escenario muy favorable para la nuclear (altos precios del gas, altos precios del CO2, objetivos bajos para las renovables, bajos costes de financiación, alta disponibilidad, y plazos de construcción reducidos) el coste debería ser inferior a 3.600 euros por kW. En un escenario desfavorable, el coste debería ser inferior a 1.200 euros por kW. Por supuesto, y como casi todos los estudios, el nuestro y sus resultados tiene unas cuantas limitaciones: las principales son que no suponemos volatilidad en los costes de los combustibles fósiles (si lo tuviéramos en cuenta, sería más favorable para la nuclear), ni tampoco la intermitencia en la generación con algunas energías renovables (si la consideráramos, la nuclear saldría perdiendo frente al gas).

    Y los resultados, ¿cómo se comparan con los costes de las centrales que se están comenzando a construir ahora (o más bien, a solicitar autorización para ello) en países desarrollados como el nuestro? Pues en EEUU, que es una buena referencia, los costes están entre 2.600 y 3.600 euros por kW (el MIT utiliza como referencia media 3.000 euros por kW). Es decir, que bajo un escenario medio, parece que la nuclear actualmente cuesta más (3.000) que lo que debería (2.900) para ser rentable. Si bien bajo un escenario favorable sí sería rentable, también hay que decir que para uno desfavorable (y no necesariamente menos probable) la rentabilidad es muy dudosa. Y esto, siempre que no haya desviaciones presupuestarias, muy frecuentes en el pasado (se puede consultar en el informe del MIT del año 2003). Con desviaciones como las que ha habido en el pasado, ni siquiera en el escenario más favorable podría ser rentable la nuclear.

    El famoso «trade-off» de que si no queremos nuevas nucleares, tendremos que pagar más por nuestra electricidad, no es tan cierto, ya que sólo se cumple bajo determinados escenarios

    Con todos estos datos, ¿qué conclusiones podemos sacar? Creo que dos principales. La primera es que la rentabilidad de la energía nuclear no está clara. Más bien pasa a ser un problema de gestión de riesgos: será rentable sólo si tienen lugar los escenarios más favorables, y no lo será en caso contrario. Dependiendo de la percepción de los inversores (o de la sociedad) de cuáles son los escenarios más probables, la nuclear podrá ser rentable o no serlo en absoluto. Si usamos por ejemplo los 3.000 euros por kW como referencia, vemos que sólo en 4 escenarios de 21 analizados es rentable la nuclear (aunque puede ser que justamente esos sean los más probables…). La segunda conclusión es que esto sólo es cierto si no hay desviaciones presupuestarias. Si aparecen estas desviaciones, e incluso aunque sean más pequeñas que antes (un 50% de desviación ya sería inviable, y se han visto de hasta el 380%), la construcción de nuevas nucleares no tendría ningún sentido económico.

    Lo que parece, visto todo esto, es que el famoso «trade-off» de que si no queremos nuevas nucleares, tendremos que pagar más por nuestra electricidad, no es tan cierto, ya que sólo se cumple bajo determinados escenarios (otra cosa es la nuclear existente, ver más abajo). Lo que parece más bien es que es posible que la inversión en nuevas centrales nucleares resulte más costosa que otras alternativas. Otra cuestión por supuesto es que podamos estar dispuestos a asumir este mayor coste (o esta incertidumbre respecto a él) para conseguir otras posibles ventajas de la nuclear, pero como digo eso ya es otro asunto.

    Finalmente, y para evitar posibles malentendidos: recuerdo que sólo estoy hablando de nuevas inversiones, no de centrales existentes. En este caso, el análisis económico es radicalmente distinto (consultar análisis de Garoña). Y de nuevo, quiero subrayar que sólo estoy hablando de economía, y no de impactos ambientales, temas de seguridad de suministro, etc…que evidentemente también deben ser tomados en cuenta (incluso algunos valorados económicamente, aunque con sus problemas). Mi objetivo aquí era simplemente tratar de aportar algo de rigor a las cifras económicas, y no a la decisión final, que fundamentalmente debe estar, en mi opinión, basada en múltiples factores, y ser consensuada lo más posible por la sociedad, porque, como se ha dicho tantas veces, la factura de las decisiones que tomemos ahora en materia energética la pagarán sobre todo nuestros hijos, y no nosotros.

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